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ESTUDIOS INDIGENAS.
llegar
a
SUS tierras ningun hombre que les diera
llO–
ticia de
Sn
regenerador Sino
a
los misioneros, e imagi–
nandose que la otra orilla era la Europa, uno de los
cacique~
tamanacos pregunt6 iljlocentemente, al padre
Gilii: "Si habia
vis.topor alla al gran Amalivaca,
el padre de los Ta.manacos, que habia cubierto las rocas
de figuras simb6licas."
No fue .J:-\.malivaca una creacion mftica sino un hom–
bre hi t6rico, el primer civilizador de Venezuela, cuyo
nombre se ha
conserva.doen la memoria de millares
de generaciones.
"Estas nociones de un gran cataclismo, dice Hum–
boldt, estos dos entes libertados sobre la cima de una
montana, que llevan tras sf los frutos de la palma
moriche, para poblar de nuevo el mundo; esta di–
' inidad nacional,
A1nc1,livacc,,,
que llega por agua de
una tierra Iejana, que prescribe leyes
;_l,
la naturaleza
y obliga a los pueblos
a
ren"!lnciar
a
SUS
emigraciones;
y estos rasgos diversos
d~
un sistema de creencia tan
antiguo, son mui dignos de :fijar nuestra atencion. Cuan–
to se nos re:fiere en el dia, de los Tamanacos y tribus
que hablan lenguas analogas
a
la tamanaca, lo tienen
sin duda de otros pueblos que han habitado estas
mismas regiones antes que ellos , El nombre de Ama–
livaca esta extendido sobre un espacio de mas de cinco
mil leguas cuadradas,
y
vuelve
a
encontrarse como de–
signando al
Padre de los hornbres
(
nuestro grande
abuelo) hasta entre las naciones Caribes, cuyo idioma
no se parece al Tamanaco mas que el aleman y el
griego, al persa y sanscrito.
Anialivaca
no es primitiva-
•
mente el
Grande espiritu
y el
Viejo clel cielo,
este ser
invisible, cuyo culto nace del de la fuerza de la na–
turaleza, cuando los pueblos se elevan insensiblemente
al sentimiento de la unidad, sino mas bien, un per–
sonaje de los tiempos her6icos, un hombre que viniendo