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GUEnnA
CAPÍTULO LXXXIX.
De cómo el capitan Gonzalo Pizarro
é
los demas españoles que
con él quedaron andaban conquistando por la provincia del Callao
é
de las Charcas
,
é
del gran aprieto en que los indios
le tovieron.
·
En los capítulos pasados hicimos me.ncion cómo el capitan
Hernando Pizarro con alguna copia dé gente, despues de ha–
ber despachado al capitan Peranzures á la conquista de los
Chunchos, andaba visitando las provincias del Collao
e
las
Charcas por apaciguar los indios que estaban muy solevanta–
dos,
é
al ·cabo de- algunos días volvió
á
la ciudad del Cuzco
como ya hemos contado,
é
Gonzalo Pizarro con los españoles
se quedó, é fué luégo al valle de Cochabamba. Los bárbaros
comarcanos de aquellas regiones, como áun no estoviesen do–
mados ni supiesen por entero cuán inispunibles eran los cris–
tiános
y
su mucha fortaleza, aunque en el cerco del Cuzco
no pocos de ellos habian perdido las vidas, acordaron de jun–
tar el mayor poder suyo
é
venir contra Gonzalo Pizarro á
matarlo; é luégo enviaron sus mensajeros unos á otros para
que un cierto dia se juntasen para el efeto que decimos. Gon–
zalo Pizarro venia por el valle muy apercibido, porque puesto
que no eran más de setenta españoles los que con él andaban,
venian entre ellos hombres de mucho ser
é
muy esforzados,
entre los cuales venia el capitan Diego de Rojas,
é
D. Pedro
de Puertocarrero, Grabiel de Rojas, y el capitan Garcilaso de
la Vega,
y
el capitan Pedro de Castro, Lope de Mendoza, Diego