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CAPÍTULO LXXVI.
Cómo el capitan Peranzures pasó con su gente muy grandes
trabafos
y
necesidades,
y
cómo llegado
á
la tierra rasa
decian los indios grandes cosas de lo de adelante.
En los capítulos precedentes hicimos mencion de cómo el
capitan Peranzures se adelantó de aquel rio donde estaba con
treinta de
á
caballo,
é
despues de haber andado seis jornadas
allegó
á
una tierra rasa, llana , é sin haber en ella ningun
cerro;
é
la costelacion de aquella region parecía muy buena.
Habia algünos rios é arbol edas , aunque no muchas,
é
corno
habian tardado en el camino seis días, allegaron con muy
gran hambre, aunque como se vieron fuera de los montes ale–
gl'áronse en gran manera, creyendo que ha ll arían algun po–
blado donde pudiese venir todo el rea l, para que, sustentán–
dose en él, pudiesen pasa r adelante
á
la noticia tan grande que
tenían; mas no hallaron lo que pensaban ni tropezaron si no
fué
algunos yucales cortados ,
é
las raíces ó yucas arrancadas
y escondidas, porque los indios, como tcnian noticia de la ve–
nida de los español es , habíanse ausen tado é arrancado de
aquella yuca, como decimos. Mas como la hambre sea cosa
tan fuerte de sufrir, é muchos días no se puede disimul ar,
buscan los hombres todas las vías
á
el los posibles para la sus–
tancia de sus personas,
ó
así Peranzures
é
los que iban con él
no fueron perezosos ni les faltó diligencia para haber en su
poder las raíces,
é
con el las se confortaron como i fueran al ·
gunos ma1ijares muy preciosos;
é
junto allí hallaron un pe-