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GUERRA
ningun pueblo ele los Pastos entró que no dejase de paz. En
Popayan se padecía en este tiempo muy gran necesidad, así
entre los españoles como entre los indios, que iban por el maíz
á veinte é á treinta leguas
á
lo traer; los bárbaros no querian
cultivar la tierra ni hacer sementeras pensando que, como los
mantenimientos faltasen, los españoles dejarian la provincia,
por lo cual podrían vivir en libertad.
É
como los mantenimien–
tos faltasen, los españoles padecían tanta
nece~idad
que nin–
gun. manjar hubiera tan malo que ellos por muy bueno no lo
tuvieran; mu.chos dias se pasaban sin comer sino yerbas bra–
vas de los campos,
é
lagartos, é culebras, é langostas, é otras
mil desventuras, é todos estaban
m~los,
hinchados, llenos de
muchas enfermedades. Por toda ·1a redonda· de la provincia
andaba tari grande é mortal
· hambr~
entre los indios que se
comia·n lós unos á los otros, é con pasar tan grandes trabajos
no quísieron sembrar. Los caciques
matab.anlos indios é los
cornian·
cocié.nd~los
en crecidas ollas, por los caminos anda–
ban grandes cuadrillas de indios
mat~ndose
unos á otrqs; en
pudiéndo~e
tomar, ninguna piedad babia entre ellos para que
se
dejase~
de malar. Algunos españoles · que por la tierra sa–
lían, vista tan gran crueldad, les decían ¿que por qué eran
tan malos, pues eon sembrar sus tierras
y
heredades ternian
mantenimientos? No se les daba nada; respondian que los de–
jasen, qúe ellos tenian por bien de consumirse unos
a
otros é
sepultarse en
~us·
mismos vientres.
É
-Jos éristianos, pesándo–
.les de las crueldades de los indios, lo reprendían
á
los 'caci–
ques,
á
los cuales amonestaban ·que lo estorbasen, donde no
que Dios nuestro Señor los castigaría con toda riguridad; mas
por eso no se dejaba de hacer, é respondian que los indios
eran suyos, é que pues conocian ser así la verdad, que no-se
lo quisiesen ellos estorbar porque no lo dejarían por sus di–
chos de
hac~r.
Tras la hambre vino una gran pestilencia en las casas, que
se caian muertos muchos de ellos; los vivos sepultaban en sus
vientres á los muertos,
y
el demonio maligno, alegre de ver
tantas muertes
é
que todas las ánimas de ellos iban
á
su po-