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DE LAS SALINAS.

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enfrenados fueron á parar entre los indios, de tal manera

que atropellaron

á

algunos dellos;

y

aquel que decimos que

tenían por capitan, que sería de edad de veinte é cinco años,

de buen cuerpo

é

parecer de hombre, fué adonde estaba el

Adelantado Almagro é le dijo: «Yo con la gente que aquí veis,

gran capitan, estoy en frontera de los cristianos que están en

el Cuzco, é como supe que tú venias

á

las partes de Chile, é

que tenias asentado tu real en Urcos, envié

á

suplicará .Mango

Inga que me diese facultad para que por mi persona yo pu–

diese irte

á

hacer la guerra con aquellos que yo tengo debajo

de mi capitanía, porque como veníades descuidados é con

pensamiento que habíamos de ofreceros Ja paz, creo yo que

hobiera lugar de hacer en tus cristianos mucho mal ; pero

Mango Inga no quiso creerme mi tan saludable consejo sino

dar oídos á las persuasiones de vosotros, que sois tan enemi–

gos suyos como los que están en el Cuzco. No pienses, A1-

magro, que yo me he espantado de los relinchos de tus caba–

llos, ni de ver los hierros de las lanzas que traeis; de lo que

yo estoy admirado ha sido en ver que tan sin nengun pavor

hayais tenido atrevimiento de entrar con ellos en esta parte,

que siempre los del Cuzco temieron de ver, é si no fuera por

ir contra el mandado del Inga, yo hiciera un hecho grnnde,

que fuera cercaros

á

todos

y

mataros sin que nenguno con la

vida me quedara». Estas pláticas dichas al Adelantado, con

tanta soberbia é tan altivas é presuntuosas, no sé yo qué es

lo que sintió en la virtud de sus brazos é de los que tenía con–

sigo, pues tan poco temor mostraba concebir de aquellos que

por la virtud divina han señoreado el Imperio de las Indias.

D. Alonso de l\'lontemayor se halló presente al tal razona–

miento,

é

me contó haber pasado ansí. El Adelantado, no se

alterando nenguna cosa en haberle oido, le respondió riéndose,

é

le dijo: "Bien parece que eres mochacho, é que, así como

tienes ·la edad de mancebo, quieres que las pláticas que hablas

sean dichas locamente; mas si tú supieses los españoles

que conmigo vienen cuán valientes é determinados son, yo sé

cierto que hablarías más atentadamente, tomando ejemplo en