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taba hechizado.
in br zos, ni e
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la g
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tad mon rquí
fu ' el juguete del ambicioso
Lui XIV. La patria del Cid, de Ci neros y de Cer–
vantes parecia
~ne
paz de producir ningun gran
capitan, ningun estadista, ni ningun hombre de
genio . El dueño de la Américas no tenia con
que pagar, ni vestir su servidumbre, y á vece
ni con que comprar la carne para la cena de pa–
lacio. Lo her ico ca tellanos, que habian da o
la ley al mundo, se dejaban humillar por un
hábito que encubria tanta super ticion, como
vicios. El pueblo, cub' erto de harapo
solo daba
eñale de
id p r pedir e se ·cio o tropel que
e le reba · r
e
prec~o
del
p
n, ' para rodear
con acril
'ª
rí la ogu<era en que la Inqui-
icion acia quem r á centenares de víctima .
El Vireinato del Peru, léjo de er prote ido
eficazmente por semejante gobierno, solo tenia
que aguardar órdenes, pidiéndole plata, y que se
pusiesen en .vent
todo
us de tino
inclu o el
augusto cargo de
irey. La
relaciones con la
metrópoli er n tan lentas y difíciles, que el adve-:–
nimiento del Monarca, anunciado de Madrid en
Carta de 2
e octubre de 1665, no llegó á noticia
de la Audiencia sino el 24 de Julio · de 1666.
La reina madre pedia un donativo gracioso para
costear la inauguracion del nuevo gobierno, di-