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los capitanes
y
gente de guerra que venían de los Char–
cas, que estaban de allí quince leguas al través de Cota–
bamba; no pudo ir sin ser sentido de las espías, avisan
do tres leguas antes que llega e,
y
con · el sobre alto al–
zaron real,
y
sin esperarse
lo~
·uno a los otros, se
fue,
ron. Como lbs que e taban en guarnición por todos los
pasos cerca de Cotabamba supieron los capitanes ser
huídos, desampararon los sitios que tenían ; como lo su–
po Hernando Pizarra, envió a llamar Jos quince de caba–
llo que ·había uejado atrás,
y
se juntaron. Toda la guar–
nición de los doce mil indios que estaban en el camino
real, viendo que los españoles lo tenían en medio
y
sus
capitanes habían huído, se retiraron a la sierra muy de -
baratados, dejando el camino desembarazado, y hobo lu–
gar para juntarse Hernando Pizarra
y
Gonzalo !Piza–
rra; siendo su buena diligencia bastante p,ara que no
se perdiesen, porque si llegara toda la gente que venía
no podían dejar de morir.
De ahí a cinco días llegaron cincuenta españoles de
pié
y
de caballo que enviaba el Gobernador en su soco–
rro. Juntos, Ralió Hernando Pizarra con ellos del valle
para ir a dar a u:na provincia que se dice de los Anfaraes.
que es comarca de los Charcas; por el camino salían a
ellos los cacique de paz, qne, como los trataban bien,
Tico
y
todos los demás capitanes del Inga le vinieron de
paz; que todos se maravillaron, porque este Tico ha sido
el mejor vasallo que ha tenido el Inga, pero el buen trac–
tamiento que se les hacía quitó dél todo temor, y se de–
terminó de venir a Hernando Pizarra. Trujo consigo mu–
chos capitanes
y
caciques que descubrieron secretos de