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cibdad de Quito fueron aposentados como sus·per–
sónas lo mer escian, en las casas de los vez inos, y
otros en las casas de mercader es r icos, en donde
se les dio muy cumplidamente de comer y lo que
uvier on menester. Los tres
(1)
obispos se ·fu eron
luego a s us casas, qu e 'no qu isieron alli quedar ,
ecepto el electo o1Jispo de Quito, qu e hecho la ben–
dicion de la mesa y en hechandola se fue a su casa
a comer. Pues como fu esse hor a de comer se assen–
to Gon<;:alo Pic;arro aco
1
mer a vna g r an mesa, y ape–
gada a ella estaua otra algo baxa, en donde se
assentaron a comer doze capita nes de los mas prin–
cipales y fam0sos que el tenia,
y~orenc;g_de_l\Lda
na con todo el reg imiento estuuier onalli parados
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todo el tiempo que comio. Despues de alc;ados los
mañfeíeSSea espidio el theniente y los demas y se '
fuer on a sus casas a comer , aunque algunos se
quedaron a comer en el tinelo coñ el maes tresala
Gomez de Solis, y el tir ano se refruxo a su apo–
ssento a dormir la sies ta y luego se le puso cuer –
po de g uardi a . Ciertamente que en este tiempo
seruian a l tira no muy bien todos , chicos
[y]
gran–
des, y el r epresentaua en s i gran señorí o; mas en
fi n, a l fin . todo uvo fin, porque uno de los r ep r e–
sentantes desta trag·edia
ó
tragicomedi a ,
ó
como
dizen los muchachos de las esc uelas,
rey de los
gallos o
gallina~ ,
despues (2) quedo hecho per so–
naje mudo y ciego en la ba talla de J axaguana,
como luego diremos.
(1)
Tachado:
quatro.
(2)
J\Is.
qut
desj1us.