CAPITULO XLIII
DEL GRAN PESAR QUE RESCIBI O GON<;:ALO PI<;:ARRO
QUANDO SUPO QUE EL V ISORREY B LASCO NUÑEZ VEL A
SE AUI A METIDO El\' L A CIBDAD D E QUITO , Y DE L A P LA–
TI CA QUE HI ZO A
~us
CA PITANES
y
SOL DADOS PARA
LOS MOUER A Y R A Y ENOJO
Qtro di a, a ntes que ama nesc iesse , Gonc;:a lo Pi–
c;:a tro embi o c inquenta a r cabuze r os y de a caua llo
a la part e qu e e l V isorrey esta ua, p a r a v er Jo que
hazi a y cons ider a r que s itio y lugar a uia toma do ,
los qua les passando e l r ío con r eca to , a unque s in
ning una contrad icion , llegaron al real y y ier on
que en e l no aui a ge nte de espa ño,les, s ino que to–
dos e r a n yndios d e car ga y de seruic io . H a llaron
a llí ta n sola mente en vn a ti enda del Visorrey al
cura y vica rio de la vill a de P asto, que se ll a–
m au a F r ancisco de T apia , que se a ui a v enido con
e l pa r a dezill e missa y p a r a con ffessa r a los enfer –
mos qu e u viesse en el exe r cito. Los cor.redore ,
a uiendo passeado muy bien todo e l r eal, pregunta –
ron a l c ura y a los yndios la dinos de seruicio , por
e l V isorrey , que ¿que se a uia hf'c ho de l
y
a donde
'
,