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que los yndios no se los auian dado por el Real
cargo que vn poco de tiempo auia tenido, sino por
Jos muchos seruicios que auia hecho a Su Mages–
tad en la conquista
d~
la tierra, gastando quanto
tenia
y
derramando su p{opia sangre. Pues· que
Sn. Magestad le mandaua quitar los yndios por los
muchos seruicios que le auia hecho, estauan bien
quitados; mas q:ue el entendia que otro dia le baria
niuy auentaj adas y crescidas Il)ercedes; que dello
no le_pesaua cosa alguna, que como buen señor le
gratifficaria sus st;i:-uicios· y assi dixo otras cosas;
mas despues se los boluieron, como adelante dire–
mos. Considerando los vezinos estas cosas, no sin–
tieron que r.emedio tomar sino apelar de sus man–
damientos y suplicar de las hordenan<;as ante Su
Magestad, y veniendo esto a su noticia rescebia
gran p::ission y enojo,
á
cuya causa dezia que azo–
taría y ahorcaría al que suplicasse dellas y de sús
mand ámfrntos, sino la s guardauan y cumplian, so
pena de muerte y perdimiento de bienes. Los
mandami entos que
da
ua eran refrendados por vn
criado suyo qu e era muy abil, al qual auia nom–
brado
por
su escriuano por ser sufficiente, no lo
siendo de Su Magestád, y a esta causa dezian to–
dos ·que los mandamientos que assi mandaúa pro–
ueer, que no aran validos, ni de ningun effecto, pi
valor, pues nó se
~azian
con maduro
consej~,
ni
con
el parescer
y
acuerdo de los quatro Oydores,.
y
ql,le por ·esto no se auian de
obede~cer.
Sobre
todas estas cosas y otras muchas qtle hizo no se
.~scandalizaron
tanto los vezinos dellas quanto de·
las
alahras
re~ias
y
sacud·das gue el Visorrey
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