1
1 -
25
1
yndios naturales. Cuando llego ·a España estaua la
. Real corte en la villa de Madril, y por aus_encia
<lel ·ynuictó emperador Don Carlos, que en este
~iempo.
estaua en los estados de Flandes, presidia
en ella el
~erenissimo
principe D0.n Phelippe de
Austria nuestro verdadero Señor. Y despues que
Su Magesta9, voluio dichosamente a España dio
larga audiencia al · dicho fray Bartholome de las
Casas, de muchas y diuersas cosas que le quiso y
-supo dezir acerca de lo' que mas conuenia. á los
yndios .natur_ales, poniendole por delante y ante
los ojos muchos cargos de conciencia, assi en sus
palél:bras, como en los sermones que hazia:; y a to–
das estas cosas le dio el rey nuestro Señor entero
credito. Por lo qual mandó Su Magestad, como
tenem9s dicho, al Ductor Juan de Figueroa, que
buscasse en su Real corte algunos h<?mbres de
sc.iencia y conciencia, de muchos que auia en la
corte, y que estos tales fuessen de grande espe·
riencia, para que viessen y determinassen lo que
mas conuiniesse para el bien de los yndios que -
au~a
en todas las Indias del m ar Occeano, que
fuessen al seruicio de Dios y al de su corona Real. ·
El
Do~tor
Juan de Fig-ueroa hizo llamamiento de
algunos letradas scienti:ficos y de grande espe–
riencia, assi de los del Real Consejo, como de per–
iados y religio os, los quales fueron los siguient es:
El Cardenal Don fray García de Loaysa; Don Se–
bastian de Fuen Ramirez, obi p() de Cuenca y
Presidente de Valladolid,-que auia sido Pre idente
en Sancto Domingo y en Mexico; Don Juan de
Zuñig-a, ayo del principe Don Phelippe y Comen-