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en sus reales despaehos
á
éste gobernador; en losque, con
tanta piedad se le encarga que ante todas las
cosa
favo–
rezca la Religion cristiana;
porque
yo veo
con
mis porpios
ojos como marchan las cosas,
y
estoy convencido de que
las referidas órdenes se eluden
y
no se cumplen. Y no es
esta una de las menores causas que me impelen á pasar
al Japon: porque en las islas más remotas del Orient ,es–
pero llevar á
cabo
mi obra, mucho más útilmente que
aquí.
«Señor, el momento decisivo de
J~
eternidad tal vez
llegará para V. M. más onto de lo que
piensa;procur~d ,
pues, que os encuentre devotamente preparQido; los rei–
nos,
y
los principados desaparecen,
y
á
ellos suceQ.erá un
órden de cosas enteramente nuevo
y
diferente, porque la
muerte os despojará de vuest;ros dominios,
y
os conduci–
rá
á
otros
tenebrosos
y
terribles.» (San Francisco Javier
Carta
XII,
Lib.
V.).
J
¡Grande hombrn!
No se dirá que los santos son aduladores!
En cuanto
á
Beltrl)in, hé aquí lo que nos refiere Massi–
ni, bajo la ·
autoridad
del Antiste, contemporáneo, confi ·
dente
y
escritor español de la
vida
del Santo: «Háeia el
año 1561 ,llegó San Luis
á
laslndías(A.mérica),
y
p0res–
pacio
de
ocho años se ocupó en cultivar aquella viña sil–
vestre
y
en anunciar el
~xangelio
á
aquellas naciones bár–
baras. Increíbles fueron las fatigas
é
innnmerables los pa·
decimientos que tuvo que
sufrir,
para promover Ja gloria
de Dios
y
la salvacion de almas, de las que ganó muchas
á
Jesucristo,
bautiza1
do millares de paganos é idólatras.
Más porque vió que sus grandísimas penalidades (son pa·
labras del escritor de su vida),
y
la gran crueldad de al–
gun.osconquistadores
y
comandantes de las Indias, que
muchas veces
azotaban
á
los
indios por cosas
muy
leves,
y
que con los más
frívolos
pretextos impedían la
predica.–
cion,
·re~olv ió
r egresar á E spaña como lo hizo en 1569 •
(Massini: segunda Rec..,
6
de Octubre]. (a)
(e.)
Ventura-Loe designios de
la
dí
vina misericordia ,
etc. Madrid
¡
1861-Pág.
287
y
eíg.