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I
hombre~
in-0centes sin instrucción, que la Providencia
habí~
confiado·
á
sus cuidados.
~erf!ando,
cuyo . espíritu
est~ba debili~ado
por la enfermedftd,
sint~ó
en lo vivo es-
te reproché de impiedad,
que
en otras _circunstancias
hu-
qiera despreciadp.
.
. .Escuchó el discurso de Las Casas, dando muestras
d~
·
~gra;n arrepenti~iento
y
prometió ocuparse seriamente
en
buscar los medios para reparar
los
males
causadps~
Pero
ia. muerte le impidi6 ejeeutar
~ste
P,ropósito. Carlos de
Austria,
á quien
pasaba
la
corona de
~apaña,
l!esidía
en· -
tonces en sus Estados de los Paises Bajos.. Las (Jasas con
sn
·eelo acostumbrado, se disponía
á
partir para Flandes
á
fi;n
de
pred~sponer
el ánimo del joven Rey, cuando el
01:1irdena.l
Ji~enez
de Oisneros, nombrado
á
la sazón re–
gente del Rein-0, le ordenó que renunciase
á
su viaje
y
le
prometió atender . sus quejas.
._ . El
Cardenal consideró el
asunt~
con
la
atencion que
su
·impQrtancia merecia,
y
como su espíritu ard.iente se
inclinaba
á
los pr_oyectos mas atrevidos
y
ménos
vulga
~
res, el que adoptó
c~si inmediatame~te,
maravilló
á
los
Ministros españoles, acos-turnhrados
á
las lentitudes
y
for–
malid~des
de la administracion. Sin tener en cuenta ni
Iow
derecho's que reclamaba
D.
Diego Colón ni
las
reglas
establecidas por· el difunto rey, resolvió emv1ar
á
Améri·
ca
tres superintendentes de todas las Colonias con auto- _
rid~d
suficiente
·
par~
decidir sin
~pelacion
la gran cues–
tion de la libertad de
lo~
Indios despues que
hubier~n
examinado sobre· el terreno todas las circunstan'cias.
La eleccion de estos superintendentes era delicada. Todos
.los
seglares, tanto
lós
que- estapan
e~tablecidos
en
Amé–
rica como los que habian sido consultados como
mie~bros de la administracion de ese departamento, habían
e~puesto
su opinion
y
creian que los espftñ©Jes no podrian
conáervar
su
dominio ep el Nuedo Mundo,
á
ménos que
se
les pe!m1tiese tener
a
l_os
i~dios
en . servidumbre. .
·F;l
Cardenal creyendo, pues,
qu_e
no podía confiar en
,su im–
parcialidad,
se
determinó
á
depositar su conf;ianza en
~cle
s~astícos.
.
Pero,
comq,
por otra parte, los
DÓmí~icos
y