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Número

10.º

73

la suplicacion. Y en esto V. M. puede creer que el virey

tiene la culpa dello, porque ninguna cosa sabia tener se–

creta en su corazon, sino todo cuanto pensaba de hacer

decia públicamenté; lo . que de· noche pensaba decia de

dia; y esto es lo que lo echó á perder. Y los del Cuzco, por

estas cosas y por conocer su condicion, pedian quel au–

diencia real de V. M. se quedase y quel virey fuese

á

informará V. M.

·

Y estando en estos términos, acaeció que un domingo

en la noche

á

14 dias de setiembre, se salieron diez y

siete ó veinte de caballo y se fueron para la gente del Cuz–

co, porque todos tenian' sus corazones y voluntades con

ellos, y cada dia se le iba gente para ellos; y entre estos

se fueron dos deudos de Guillen Juárez, factor de V. M.,

y otros dos ó tres que posaban en su casa del mesmo fac-

·tor ~

Si el factor lo supo ó no, no hay quien lo sepa. Y

como se fueron, tañeron al arma

á

hora de media noche,

y como el virey supo los que se habian ido, envió á llamar

al factor y le dijo si le:parecia bien aquella traicion y como

lo tenia vendi'do; y el factor le respondió, que él era ser–

vidor de V. M. y que no era traidor. Y esto díjomelo un

clérigo que se halló presente

á

todo. Y el virey ·1e tornó '

á

replicar, y el factor le respondió que era tan servidor · _

de V. M. como él. Y coFpo el virey oyó estas palabras, azo–

róse mucho, y entónces él, ó sus criados por su mandad0,

lo mataron allí luégo sin confesion ni sin tomalle su di–

cho ni otra cosa ninguna; y arrebujáronlo en una manta,

y mandó

á

unos soldados que luégo lo llevasen

á

enterrar,

y así lo llevawn. Y fué tan grande el espanto y tristeza

que á todo el pueblo tomó en ver de la manera que lo

habia muerto, que todos andaban mustios y tristes. Y

luégo el lúnes mandó embarcar

á

los hijos del mar–

qués don Francisco Pizarro; y luégo el mártes habló

de embarcar

á

los oidores y á las mujeres del pueblo; el

fin para qué, no lo sé. Tambien se dijo este dia que que-

ria saquear la ciudad; esto yo no lo creo, porque en esta

no se usa verdad, sino engaños

y

falsedades

y

traiciones;

aunque todos los del pueblo no deja·ron de esconder y en–

terrar sus haciendas.