a
ela
Corn
pañia
de
J
efus.
. .
r
4
~
unos doce
taeis.
·vale
cada
'tael fiete hbras
y
1ne~
dia Fra!1cefas.
-
Me
pregu~tar~
V. R.
con1o
eftos
Mandarines
Infieles .,
bien
informados de las
ordenes
del
Etn~
perador ,
que
nos pro!liben
entrar
en
la
Chi~
. na ,
conociendo
que
yo
era
Europeo
,
me
dexaron
~n
embargo
paffar
con
tanta facilidad , y
cafl:iga~
. ron
a
los
que tne
havian detenido
?
No
se
que
de--!
cir, Gno
que
Dios
es
el dueño de
los
corazon~s,
y
los
buel ve
cotno
quiere' dando
a
los fuceífos
la.
falida que quiere ;
y
tal
vez .la mas inefperada, ha. ..
ciendo
que los xnalos
ca
ygan
en los
lazos ,
que
hl•
vian armJdo
contra
fus ftervos : podian
tambien
los Mandarines conocer
a
los Europeos
por gente
incapaz
de caufar el mas leve alboroto en el Int-,
¡)erío,
y
eíl:ar bien
iníhuidos
,
que enfeñan un a.
Religion SantJ, que
JbrazarL1n
ellos de
buena gana ;,
fi
no fuera fu tnoral tan efhecha. Razones de inte...
res , podian tJlnbicn tener en ello fu parte; po rque
aun efl:Jndo la
puerta
de
la
China
cerrada
i
los
Europeos en general, faben que muchos
l\t1i {s i o~
neros reíiden cerca de fu Mageil:ad : que los
e11:i~
1na ,
y
que aora nuevamente
llan1o
i
cinco
de
ellos
i
Pe
k in;
y
que
tuvieron
los ·Mandarines
el
encargo
de conducirlos,
y
hacerles el gaíl:o
po1~
el
camino. No querían, pues, tener por ene1nigo
al~
guno de los que eít1n en la Corte, que pudieífe
hacerles
algun mal
fervicio
con el
Emperador. Sea
de eíl:o lo que fe qnil1eíle ,
pafsc
felizmente la
Montaña,
y
llegue
a
LVapganfi~'
adonde lne
enlba r~
que.
Conoci
mny
preG:o, que el Barco no
era
de
1
a! gun ChrH1iano. Pregunto el. Barquero
quien yo
era ;
y
fe le·
refpondió ,.
que era de una
I?r9vioc ia
l
!:
Ef..
1-