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LA INQUISICION DE LIMA
do se pern1itia abrazarlas i aun ejecutar con ellas actos
poco decentes, refiriéndoles a todo esto que tenia poder
para llevar almas al cielo, sacar demonios del infierno, i
que babia de haber muertes
i
ruinas i que él era profeta e
hijo de Dios.
En
1617
no hubo tampoco mas penitenciados que los
tres siguientes: Fr. Francisco de
J
esus, lego profeso de
San Francisco, acusado de haberse casado en IIuaura,
donde vivia con su mujer e hijos, desempeñando las fun–
ciones de maestro de escuela, por lo cual hubo de abjura
de levi,
i sufrir dos años de galeras; Miguel Cavali, ciru–
jano, natural de la isla de Candia, que estando asistiendo
en Cali a un relijioso que se hallaba mui enfermo, dijo
nmas que se muera y se lo lleve el diablo, a él y a cuan–
tos frailes hay en el mundo, para qué son Lfrailes, que no
son menester''; i pidiendo misericordia de estas palabras i
otras calaveradas de n1ozo, por ser ya de sesenta i mas
· años, se le dió por libre con la prision sufrida;
i
Vicente
Flores, de Daln1acia, que se denunció de que hallándose en
Cochabamba, en el campo, habia oído de repente un sonido
mui suave que bajó del cielo sobre él i le alegró muchísi–
mo el corazon, atribuyéndolo a la gracia que se concedia
de repente, con1o dice San Pablo, i de otras visiones se–
mejantes, de que fué absuelto en atencion a su rusticidad
i espontánea denuncia.
Desde
1618
hasta
1622
fueron penitenciados los si–
guientes:
Pedro de -Vildósola, natural de Cali, que despues de
haber enseñado la jineta, se habia hecho escribano, testi–
moniado de doble matrimonio, así como Cristóbal Rodri–
guez Colmenero, cirujano i barbero, natural de
J
aen; el
arriero Luis Rodriguez de Cárdenas; Juan Lucero, Juan
Bautista Ginoves, carpintero, Alonso Gonzalez Calderon i
Juana de Barrios,de lea, de treinta años.
· Pedro de Torrejon, de veiuticuatro, de la villa de Potosí,
que sostenia que el estado dJ los casados era el mas perfec–
to i que se
l. ...
el rabo con las escomuniones.
Antonio Leal, confitero, que hablando un dia sobre
cierto jóven a quien habian quemado en Lisboa, afirmó
que habia muerto mui bien, confesando siempre al Dios