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-102-

cha,

que suprinti.ó la cláusula-cuando

acabare el

p!a~

zo.

A_ntequera trabajó en licuar sus cofres, l'esuelto

ú

e 11plear todos los 1nedios que le n1inistraha su des–

tino, haciendo bajar el precio de la yerba

y

venderla

en el Perú. Dió

á

las inform.aciones el jiro que que–

ría: la audiencia 1niró

á

D. Diego co1no crirninal,

y

no fué oido ni confrontado. El .Niaese de can1po

D ..

1fartin de Chavarri retractó todas las :finnas que ..

A.n–

tequera le habia arrancado con am:enazas. Anteque–

ra, estando

ya

sentenciado

y

condenado, se confesó

culpable: 1nandó llan1ar al rector

u

el colejio,

y

se pros–

tornó llorando

y

pidiendo perdon

á

toda la com·pañia.

EL

rector

le

dijo, que co1no el mal era público, debía

serlo la reparacion

y

ofreció darla en el cadalso."

Al

hablar mal del

Sr.

Antequera, no se olvidaba el

P

r

Charlevoix,

y

era 1nuy natural, de recomendar

á

stt

con1pañia,

tan santa

y

sabia,

decia el

P.

jesuita,

y

de de–

cir que los padres de la Asuncion estaban resueltos,

á

no entrar en su colejio sin una órden de su general,puos.

era preciso destruir las cahnnnias con que se habia

procurado ennegrecer el esplendor de,

una compañia

tan santa y tan sabia.

Aun

tuvo valor el

P.

Charle-·

voix de hacer mérito de "la carta que escribió al rey

el obispo Palos, con 1nucha precaucion

y

secreto."

125.

Sin en1bargo de que nuestros lectores pudic–

r~n

por si solos, en vista de lo expuesto, desvanecer

las suposiciones del jesuita historiador, auxilién1oslos

con algunas observaciones. Cuando el obispo Palos

echaba en cara al Sr. Antequera, que "había embar–

gado

y

vendido los bienes de varias personas,'

dejan~·

dolas en

gran

n1iseria," el

Sr.

Antequera contestaba

al obispo: que "los en1bargos se hicieron, como losa–

bia el obispo, de órden de la audiencia: que

en

tale.s

en1bargos él no utilizó ni el valor do una paja: que

de autos constaba la lin1pieza con que se portó, pues

ni aun los derechos corrientes se le pagaron: que si co–

mo hombre pudiera haber delinquido en la adnlinis–

tracion de justicia, aunque sin advertirlo, en punto

á

interes, ni la n1as perspicaz n1alicia había tenido que

censurarle, constandoles

á

todos no solo el n1enos-

11re

cio que

hiciera de las riquezas, sino que pasaba

á

ser

nim.io,

co1no constaba de autos: que lejos de pro–

~eder interesada~~I?:te

7

hlzo

obras pública,s

y

entre