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3~10-

paliia, se e.spresaba así-Si consideramos la.; circ.una–

tancias en que se espiclió este decreto, es sabido que,

decii· enenügos del trono

y

del altar, era lo nüsmu

que decir amantes de la constitncion. Esto supuesto,

arguyo así: en el año de

1815

se llamaba impíos

y

ene–

migos del altar

y

del trorio á los ainantes de la cons–

titucion: los jesuitas fueron restablecidos para reme–

diar los 1nales

1

y

daños que habian.causado los impíos

y

los enemigos del altar

y

del t rono, esto es, los aman–

tes de la constitucion: luego los jesuitas son los ver–

daderos enemigos del sistema constitucional. Luego.

si,

seg1u1

el decreto, los

1naJes di

chos

no habTian

podi–

do ve1;ijicaTse existiendo

la

compaJi.ia

,

ni tendrian1os cons–

titucion, ni estarian1os

reunidos

en córtes, ni la Na–

cion española disfruiaria de los beneficios que aquella

le proporciona. Y si esto es

as~,

la existen<Üa de la

compañia de

J

esus es íncompatible con el sistema

constitucional.>> [Diario de las córtes, año 1820

y

1821,

tomo 3.

o

paj. 10.] Lo que se decia en España, poclia

aplicarse sin recelo

á

todo otro pais, donde hubiera

igual asercion;

y

se vería siempre á los j esuitas al la–

do de los déspotas, para acons-ejarles que oprimieran

la lib.ertad, palabra mala en la compañia.

[351

J

Cuando en 1822· se trataba en las cámaras in–

glesas de la emancipacion de los católicos,

y

babia.

mucha esperanza de buen suceso, la odiosidad á los

jesuitas hizo que se perdiera en la de los lores; de lo

/ que habla detenidamente M. Pradt en el cap. 27 del

"Jesuitismo antiguo

y

moderno,>> paj.

262

y

siguiente.

Cuando en Febrero de

1846

la cán1ara de los comu–

nes se ocupaba en la segunda · lectura del bill de los

católicos p.ara aliviarlos, nadie hubiera pensado en re–

chazarlo, sino porque la jeneralidad de sus términos

parecía favorecer á la compañia de

J

esus, orden fatal,

decia un miembro de la cámara, que suprime todo es- ·

píritu de discusion, toda voluntad individua},

y

todo

libre albedrio para dominar á los hombres

y

amasar

sus almas en el fango de la servidumbre: [Historia

dramática

y

pintoresca de los jesultns por Adolfo Bou–

cher, tomo

~9

paj. 390.]