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no
á
todos es posible reti'I arse
á
la soledad
de
los claustros, ipstituyó otra
Orde~
re1ig_iosa
con
~u
respec.trva Regla
y
aprobaciÓn del Su"
mo Pontífice, la que ha sido siempre conoci da
con el nombre de
1\~rcera
Orden de Peuiton–
cm.
H e aquí como la influencia salva.dora del
Serafin de Asís se estendió á todos los estados,
sexos y cond'icíones, haciendo revivir la fé
y
reformando las costumbres de los pueblos.
H e aquí también como San Francisco Henó
ventajosamente la sagrada misión que el ci elo
le confiara.
La rrercera Orden. de Penitencia de San Fran·
cisco, no es una simple co,ngregación piadosa
ó
cofradía, ó
herm~.ndad
instituida, como otras
tantas~,
solo con el objeto de fomentar la pie–
dad de los fieles; sino que és una verdadera
Orden religiosa cuyo fin directo es, regfmerar
la sociedad; servir á la Iglesia Católica como
atalaya que vela por
s~us
aerechos
y
la defi ende
de los ataques de sus enemigos
1
y
siempre dis
4
puesto á luchar por los intereses del Pontifi·
bado.
Ella ,
al traves de los siglos, ha venido
llenan~
do practica.mente esta misión,
~
santificand o
las tiaras, los cetros, las coronas
y
deseen ·
diendo hasta las clases mas humildes, hacién
4
dose toda para todos.
El mundo actual es un vasto teatro en el que
con mas energía que nunca se sostiene la mas
reñida lucha entre la Iglesia y el E stado, el