POR MANUEL M. S:ALAZA:¡.
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los Arrianos,
y
en Capadocia otro para mu·
jeres.
El
Jlonacato ·en
Occide.nte.-La vida
mo~
nástica
'ué
desconocida en Occidente hasta
la época en qae San Ata.nasio, perseguido
po:r
los Arrianos, vino
á
~oma.
DescJ'ibió
· entónces la
vida
solitaria de Oriente
y
en
tusiasmó los"ánimos con la narración de la
historia de San Antonio Abad. Posterior·
mente San Ambrosio
y
San Jerónimo pro–
pagaron en Italia la institución monástica,
San Agustín
t1·ató
de difundirla en África
y
San Martín de Tours la estableció
e11
, Francia.
A
consecuencia de estos esfuer–
zos
la vida
monást'ca se prepagó rápida-
mente en
·
t~;
per0
los trastornos
ocasionade
jnvasi.ones
de
los
bár-
baros debilit·
e el
fervor monacal
y,
rela.
jada la sev;e:t..
e la regla,
se
hizo sen–
tir la necesidad
de
una reform,a.
San
Benito
de
Nu1·cia.-Este admirable
santo puede considerarse como el Padre
de la vida monástica en Occ,idente.
Edu–
cado en Roma,
se
retiró, huyendo de la co–
rrup·ción, á una desierta gruta, en l.a que al
principio vivié ignorado; peto
bü~n
pro'nto
Ja fama de sus virtudes le at:rajo gran
número de imitadores, con.vfrtiéudose su
solitaria morada en una verdadera ¡¡>obla–
ción de donde. salieron sus primeros
y
mas
.eminentes discípulos, entre los qae sonmuy
notables San Plácido y San
Mauro~
Pos–
teriormente se dirigió San Bellito al
mon.te