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POR MANUEL M. S:ALAZA:¡.

91

los Arrianos,

y

en Capadocia otro para mu·

jeres.

El

Jlonacato ·en

Occide.nte.-La vida

mo~

nástica

'ué

desconocida en Occidente hasta

la época en qae San Ata.nasio, perseguido

po:r

los Arrianos, vino

á

~oma.

DescJ'ibió

· entónces la

vida

solitaria de Oriente

y

en

tusiasmó los"ánimos con la narración de la

historia de San Antonio Abad. Posterior·

mente San Ambrosio

y

San Jerónimo pro–

pagaron en Italia la institución monástica,

San Agustín

t1·ató

de difundirla en África

y

San Martín de Tours la estableció

e11

, Francia.

A

consecuencia de estos esfuer–

zos

la vida

monást'ca se prepagó rápida-

mente en

·

t~;

per0

los trastornos

ocasionade

jnvasi.ones

de

los

bár-

baros debilit·

e el

fervor monacal

y,

rela.

jada la sev;e:t..

e la regla,

se

hizo sen–

tir la necesidad

de

una reform,a.

San

Benito

de

Nu1·cia.-Este admirable

santo puede considerarse como el Padre

de la vida monástica en Occ,idente.

Edu–

cado en Roma,

se

retiró, huyendo de la co–

rrup·ción, á una desierta gruta, en l.a que al

principio vivié ignorado; peto

bü~n

pro'nto

Ja fama de sus virtudes le at:rajo gran

número de imitadores, con.vfrtiéudose su

solitaria morada en una verdadera ¡¡>obla–

ción de donde. salieron sus primeros

y

mas

.eminentes discípulos, entre los qae sonmuy

notables San Plácido y San

Mauro~

Pos–

teriormente se dirigió San Bellito al

mon.te