POR MANUEL
~· SALAZ111R~
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. de Ausburgo, la lucha reapareció con ma–
yor encarnizamiento en la
(!uerra de Treinta
· ·
.AñiJs,
en que sucesivamente tomáron
pa~te.
la Dinamarca, Suecia y
Fr~.ncia
en
fav0r
de los alemanes protestantes contra los
católicos, hasta que debilitados ambos
r~ntidos,
celebraron en
~.648
la paz de
Westfalia
t
que reconoció la libertad de
creencias, la igualdad política entre Cató–
licos
y
Protestantes y puso término a las
guerras rle
reli~ión.
Guerras
de
Fra.ucia.
-Desde
m~rliados
del siglo XVI había penetrarlo en Francia
la
reforma calvinista cuyos sectariqs fue–
ron ll<lmados Hugonotes. Al princwio per–
ma necieron ésto ocultos; pero propagada
la secta, se presen faron en gra,n número en
las
pla~as
y
ca mpos cantando los salmos
de Marot
y
rra.cfacanrlo las ceremonias <lel
nuevo culto. Exaltado el pueblo, los 0¿taeó;
Jos Protestantes recurrieron
á
las armas,
y no faltaron desórdenes; por lo que el go–
bierno persiguió
á
los herejes
y
algunos
fueron quemados. ERta severidarl exaltó
los animos; y la Reforma, que solo había
penetrado en el pueblo, se propagó tam–
bién en la nobleza. Así la Francia se en–
contró dividida en <los partidos: los Con–
dées Príncipes de Borhón, los Cbatillones
y Coligni fueron los jefes del partido Hu–
gonote; la liga católica era presid·ida por
Duques de Guis.a
y
el de Montmorensi.
Fueron muchas las guerras que ambos