CENFRAL.
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fin de
rv1olina,
y
este
fin bastaba
para
ha- Siglo
sospechosa su obra suponiendo
gue sus
X\' li.
enciones
fuesen puras ,
co1no se
puede
creer
1
e lo eran realmente. Su
sistema le
pare-
1
tan claro,
tan
verdadero , tan bien
~is, rrido ,
tan
bien
probado ,
y
estaba
tan
nvencido de
su utilidad,
que no tuvo re–
ro de decir en su
prefacio , gne
si
en
lo
1
tiguo se hubiera conocido su modo
de
ex·
icar
el misterio
de
la
predestinacion ,
la
1
turaleza
y
efectos
de la
gracia ,
jan1as se
tbiera suscitado la heregía Pelagiana, ni los
·edestinaci-anos
antiguos
y
modernos hubie-
t
n ido
á
buscar armas en
los
escritos
de
lO
Agustin, para
defender
sus
errores
á
la
>nlbra de un nombre tan respetado. E ste len·
uage
no
es
nada
pro.prio
para inspirar la con–
anza;
~ntes
bien siembra
una
desconfianza
ien
señalada contra
el escritor que lo
usa
y
ontra
su
obra;
y
en
el
punto
de doctrina ta-
1
o lo
que
está
marcado
con el
cuño
de la
no–
'edad,
todo
lo que
la
antigiicdad ChristianJ.
10
conoc~Ó
no
debe
tener
buena
acogida.
Tal fué· la
suerte del tratado
de Malina,
•orque
aunque
se
publicó baxo la
proteccior'l
lel
Cardenal Alberto de Austria, hern1ano
del
t.mperador
Rodulfo
Vi·rey
y
Inquisidor Ge–
neral
de Portugal , no pudo estorbar
gue
es ...
ta obra no fuese con1batida
vivarnente
des-
-pues que se ha visto en
1
58
S~
Aun
ántes
que