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CENERA
Y.-.
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baba · de hacer Guiton,
y
que t_odos los otros
habian confirmado con
su
aprobacion. Sin
embargo ,
á
pesa-r
de este horrible
juran1en~
to·,
y
el
afecto
todavía
mas
horrible
que
lo habia dictado , fué preciso pensar ·en
ca~
pi
tu lar. Los víveres
falta baH hacia 1nucho
tien1po;
ya
no se podia
esper~r
que viniesen
socorros de
Inglaterra ,
ni de otra parte ; la
Ciudad estaba extrechada por· todos lados;
la miseria era grande ;
los
vecinos morian
todos
los
días
á
centenares ;
los
que
s()bre...
vivían ,
no
alcanzaban
ya ·
para sepui tar
los
muertos ;
y
fan1ilias
~nteras,
padre,
madre,
hijos , eriados, consumidos del
bambre,
te–
nian
sus casas por
sepulcros. La
resistencia
hubiera sido inútil ,
y
aun la desesperacion
·no ·presentaba mas. recursos ,
á
ménos
de
pegar fuego
á
1~
Ciudad,
y
de sepultar
ba~xo de sus ruinas lo restante de los Ciudada–
nos. No f:'dtáron fanáticos bastante resueltos,
que proprusiesen este mediQ)
de exímirse
del
yugo
de .la
obediencia , que no se podia
ya
e•:itar '; pero el
mayor FlÚmero '
Ó-
tnas juí–
cioso,
ó
mas tímido , quiso mas bien aco-·
gerse
á
Ja clemencia del
Rey.
La Capitula·
cion la
firmáron
á
2
8
de
Octubre
Ma–
rillac
y
Hallier, Mariscales de Campo, no
teniendo
por
conveniente
el Rey,
ni su Mi–
nistro
tratar direct3mente con
uno~ vas~llos
rebeldes. La Rochela perdió sus fortifica-
.
ClO•
Siglo
XVIL