PROLOGO.
La santa obediencia, primer móvil de la persona
religiosa, encomendó
á
mi corta capacidad el ofi–
cio de escritor de este santo colegio de Propaganda
Fide;
y
conociendo que mis talentos no alcanzan
á cumplir tanta obligacion, estuve dudoso en ele–
gir el rumbo que debia tomar para dar principio
á tanta obra. Registré los papeles que se hallan en
el arc_hivo, buscando materiales para su fábrica;
y
entre ellos hallé noticias auténticas, dignas de
ser dadas al público
y
de ser tenidas
in manibus
de
los operarios evangélicos que desean en Lrar á los
infieles de las montanas; pues conducirán mucho
para el gobierno
y
precaucion con que se debe