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pénitericia comunican al alma fuerzas para
vencer, ayudada de la gracia, las tentacio–
nes de sus enemigos, que allí debe ir el
cristiano á prepararse para la lucha y la
victoria.
Haced, Señor, que no lo olvide. Domi–
naré asi al peor de mis enemigos, mi pro–
pia carne
1
y siguiendo las huellas que me
habeis trazado, tendré al fin la dicha de ir
á haceros compañía en la eterna bienaven–
turanza. Amén.
DIA
QUINTO
ORACION
¡Ah, y cuánto no tengo que mirar y
agradecer, Jesús Dios mío, en los tres años
de vuestra vida ptiblica!
Efi
las dudas, en
las aflicciones y angustias, con echar á
ella una mirada encuentro luz divina, ine–
fable consuelo, guía segura. Así como en...
t0nces pasasteis por do quiera haciendo el
bien
y
nunca quedó desconsolado quien
á
Vos acudió, asi ahora prodigáis vuestros
benefi<!fos sobre cuantos, meditándo vues·
vid.a
se empeñan eo
nq
ser i'ngratos.
Con.