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temblar ante vuestra augusta magestad.
Pero, mi Dios, al arrodillarme en vuestra
presencia os ofrezco, en satisfacción de
mis pecados, los méritos infinitos de Jesús,
vuestro Hijo. Por mi padeció, p'or mi fué
crucificado
y
derramó por mí hasta la últi–
ma gota de su preciosisima sangre: es mi
Redentor
y
es mi
Padr~,
y
vos habéis
aceptado su mediación
y
mi rescate.
E1 me llama, me dice que confíe
y,
bajo
la dulcísima advocación de la Buena Espe–
ranza, se presenta ante V os como mi divi–
. no fiador. Perdonadme, pues, oh Dios mio,
y
fortaleced mi alma para no volver
á
ofenderos. Amen.
PRIMERA ORACION
(Para todos los dias)
Jesús, Dios mío, que con la advocación
de la Buena Esperanza hacéis repetidos
y
tiernísimos llamamientos al corazón de Jos
pecadores, vedme á mí, el más miserable
de ellos, postrado ante vuestra querida
imágen. Os complacéis, Señor, en prodi–
gar beneficios, favores, gracias sin cuento á
los que
á
Vos acuden con fé
y
amor. Y
o