- v--
•~esinaaa
la noobe antes,
y
pMo
a~o~epds
el pobre
•ale de su casa,
y
sin ver el ebaroo de •angre, Jo
pisa,
y
todo ensangrentado
llega al
templo
y
oonti.
nua solitario
y
fervoroso su oración.
Derrepente un mitsgro viene
á
llenar de gozo
su oorozón atribul&1o. El Señor deja c&er en las
manos del suplicante
é
infeliz padre de fa"Uilia una
do las ricas sandalias; Sin pensar más qne en sn
necesidad, va
á
venderla
é.
una joyeria, Era
dema~
siado conocida la rica albaaja,
y
el
joyero
hizo pren·
der
como ladrón sscrilego
al
vendedor.
Imposible es pintar la indigna.oión ptlb1ioa contra
el
que aparecía infame profanador de la imágen
ve~
neranda, indignación que no conoció limites cuan–
do, según tod&l!
l~s
apariencias, se vió que el ladrón
era
á
un mismo tiempo vil asesino.
Presto se ¡;usb.ncié la causa
y,
condenado
á
muerte, faé
llbvado al último suplicio, vestido de
infamante sambenHo
y
con grillos
y
eaposas.
Oomo postrer hvor pidió
y
obtuvo el ser oondn·
oido
ante
la milagrosa imágen. Allí, en sentidísimo
lenguaje, hizo presente al S9ñor que su prodigioso
dón se había
oonver~ido
en regalo de muerte, que
iba al patíbulo por haber recibido de
Él
los medios
de &alir de
la
miseria,
Entro conmovido
é
indignado esanob
aba el pue·
blo tales pal!l.brsa, anando
Jesús
de la
Bne.naE~peranza tiende
bácu
el
reo
el
pié
que
conservaba
con
sandalia
y
deja
oaer
ésta fln
sna
mr.noe.
La
entusiasta admiración de la multitud al grito uni·
eono de
milagro,
di6 libertad al condenado.
La autoridad le oomp·6
á
peso de oro aquella
sandalia,
y
fné enorme la Cl\ntidad de moneaRe que
resistió ellllatillo de la balanza antes de iQ.olinar el