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·- 60 -

táncumente, como

por

encanto, en luceros brillantes:

y

se aumentan

tambien

en su número. Entóuccs no

tan

so–

lo están diseñadas ·las

molduras

del

templo,

sino

que

se

vé.n

flores,

guirnaldas, can:iélabrü's

y

otros capflchos,

mezclados con las primeras luces débile¡¡; al

prindpio.

El número de hombres

que

se.

emplea en esta·

Humifila·

c.10n se

acerca á

cuatrocientos,

y

el de lámparas

á

seis

. mil.

No

se pued

e C0!.1

ccbir conrn se hace

con

tanta

rapidez

ese

cárnbio

de

luc.es

, ni se

puede hacer

comprender

á

aquellos que

n

o hay

an

visto la

maravillosa

iluminacion

do la cúpula de

San

Pedro á

cuánto

llegá

~u

belleza.

Antiguamente se hacian en la noche de1 ,Lúnes do Pas·

cua unos fuegos artificiales

sobre

el Castillo de Santo

Angelo, que 1

!amaban

la

Gfróndola.

Hoy se

hacen con

m~s

esplendidez sobre

el

monte Pincio

que

es un paseo

lindísimo con wrdines, estátuas, &a.

á

que

se

sube

con

comodidad en

carruaje,

y

á

que

concurre diariamente

bastante

gente.

Estos fuegos

son

tambien raros,

y

parece

que no

se

imitan· en otras

partes

Desde que comienzan hasta

que

acaban, durando mas de

una

hora, un

.gran

aparato

de

maderos, que en

muchos dias se

prepara,

est8

ilumi–

nado con fuego de colores, ya

representando

flores, ya

escudos,

letras,

figuras arquitectónicas

y

cnanto

pu~de

inventar

el arte.

Cada cámbio

de estas

decoraciones es

instantáneo,

y

aparte de esto, Jos

cohetes

'que

despi~

den

toman direcciones horizontales,

perpendiculares, &a.

tambien

en

armonia, sin

que

cese

un

momento

la

ilumi–

nacio11,

todo lo cual recomienda

el

adelanto

de

la

p1'.ro–

técn{ca.

Como la plaza del

popolo

está

abajo

del

Pincio,

ésta se

llena de

gente.

á

pesar

que

de cualquiera

parte

de

la

ciudad se goza.

de

los

fuegos por

la elevacion

en que

es–

tán. Para evitar desórdenes

y

atropellamientos,

desde

temprano hay

soldados apostados en las calles que

se

dirijen

á

la plaza,

y

no

se

permite

transitar

carruajeg en

esas direcciones desde las

ciuco

de la tarde. No habien·

do en Roma,

y

en

general

~n

Europa, tragin á bestia,

nfoguna

medida

se toma sobre

gente ·

de

á

caballo, por·

que no se vé uno.

·

¡