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que la aalrndora doctrina de Cristo fuese propagada
en .todos Jos pnebJos de la tierra,
y
con ignnl esmero
vigilaron para que allí donde fuese recibida se con–
servase geunina
y
pura. Por eso es que, los Prela–
dos de todo el Orbe, ora cada ctud por
oí,
ora con–
gre~ados
en Sínodos, siguiendo la larga costumbre de
ras
iglesias
y
la forma de la antigua regla, pusieron
en conocimiento de esta Sede Apostólica principal–
mente los peligros que surgían en materias de
te,
con
el fin de qne fos danos de In fé fueran resarcidos alli
Jonde la
fé
no puede sufrir mengna
(1). Y
los Roma–
nos Pontífices, segnn lo aconsejaban las circunstan–
cias de los tiempos
y
de Jas coi;as, ora en Concilios
Ecuménicos al efecto convocados, ora consultando el
parecer de la Iglesia dispersa en el orbe, yn por mc–
Jio de Sínodos particulares, ya por otros medies que
proporcionaba la divina providencia, definieron para
comun profesion de fé loque con el auxilio de Dlos co'
nocian ser conforme á las Sagradas Escrituras
y
á las
Tradiciones apostólicas. Puesto que el Espíritu Santo
no fné
prome~ido
á los sucesores de Pedro para que
con
su
revelacion publicasen nuevas doctrinas,
smo
para que, mediante su asistencia, gnardáran santa–
mente
y
enseñasen con fidelidad la 9ue habian reci–
bido de la revelacion hecha á los
A
postoles
y
por los
mismos se les babia confiado cual depósito de la fé.
Esta doctrina apostólica de los sucesores de Pedro
fué
la que abrazaron todos los venerables Padres
y
la qne
respetaron
y
siguieron
los
Santos Doctores ort(ldoxos,
porque sabían muy bien, que esta Silla de San Pedro
permanece siempre limpia de
todo error, conforme
á
la divina promesa del Señor nuestro Salvador hecha
al
príncipe de sus discípulos: eYo he rogado por tí, pa·
•ra que
110
falte tn
fé;
y
t(1
unn vez convertido, con..,
•firma
á
tus hermanos.•
Asi pues este carisma de \'erdad
y
de
fé
siempre in·
deficiente
fné
conferido por Dios
,¡
Pedro
y
á sus su–
cesores en esta Cátedra, con el fin de que ejercieran
(1) San
Ilernordo,
Ephtola
190.