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j

san Cipriano, á saber·, que el sacerdocio no es mas de

uno, de la misma especie y naturaleza en todos los

que de él participan

(L)."

§.VII.

Otra razon que la comprueba se deduce de la mis–

ma naturaleza del primado de san Pedro. No es creí–

ble que el poder de las llaves

S!'J

haya conferido á este

apóstol como privilegio ·particular de su persona, ó

como autoridad propia de la primacía, trasmisible de

derecho

á

sus sucesores; ni que Jesucristo haya co-·

municado este poder

á

Pedro solo para qUe él y ellos

le trasfiriesen en la parte que estimaran convenien–

te

á

los demas pastores, como si cada uno de estos

y todos juntos dependieran enteramente del papa.

Tal es sin embargo la idea muy generalmente difun–

dida sobre la naturaleza del primado; y yo sé que al–

gunos

la apoyan en ciertas expresiones de

los

padres, que dicen que el

episcopado tiene su

orígen en san Pedro; que de él viene mediatamen–

te el poder de las llaves; y que en bien de la unidad

san Pedro las tuvo por si solo para comunicarlas des–

pues

á

los apóstales. De esta manera se expresan

san Inocencio papa, san Leon, Optato de Mileve,

Gregorio de Niza, el papa"Simaco, y otros; pero el

sentir de estos padres dista mucho de la idea que

se quiere hacer valer. No hay duda que en un prin–

cipio las llaves se entregaron á solo Pedro para ser

dadas despues

á

los demas apóstoles ; y efectiva–

mente. en el capítulo 16 de 'san Mateo, se ve que

fueron dadas al uno, y en el

18

á todos los demas .;

·pero es muy claro que estos no las recibieron de

Pedro, sino ·de Jesucristo en persona.

Luego

cuando los padres citad-os dicen que san Pedro

(1) Epi scopatus unus est, cuyus

á

sin¡:ulis in solidum para tetenur.