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Algunos creen que todo será para mayor bien, si el
poder temporal se transforma.
Recuerden que todos los obispos del mundo reunidos
lo declararon Íltil
i
la Iglesia,
y
que todos los pollticos
del mundo han buscado otra garantia de independencia,
sin haber dado todavia con elln.
En el estado actual de las naciones, cuando la libertad
de la Iglesia es coartada y negada en todas partes, imar
ginaos que el Papa sea súbdito de un só'oerano, aunque
sea el mejor, y haya de estar sujeto á las relaciones de
un obispo con un prefecto, aunque sea el mejor.
De todos modos, ¡,qué sabeis vosotros de lo porvenh?
No destruyais nada, ya que no podeis crear, ni defender,
ni prevcer.
¿Qué se yo de lo que sucederá dentro de dos años?
Acaso ya habré muerto, y por esto, entre otras razones,
he querido dar un consuelo y alivio á mi conciencia,
hablando hoy.
Ya soy viejo, y me siento fatigado dcspues de largos
combates. Pero el santo anciano del Vaticano ha sufriao
y combatido mucho mas. Sin embargo ¡con qué admira·
blc serenidad conscr•a
y
difunde la esperanza!
El mismo dia en que el Ministro de Cultos escribia á los
obispos de }l,rancia, Pio
lX
daba la bendicion á los ofi·
cialcs
y
soldados f•·ancescs, acompañados por sujefe, hijo
de un héroe del primer imperio,
y
complaciéndose en re·
cordar los servicios que ha recibido de lo. Francia,
el
Padre Santo exclamó: Ruego
á
Dios que in pire al Em·
perador y á los soberanos el espirito de justicia;
jusli·
tiam etjudicium.
¡J
ustieia! hé aqui la palabra que una vez mas deseo
pronunciar con él
y
por él ante Dios
y
ante los hom·
bres.
Esta palabra reasume
todo
lo que he querido
decir.
Si los obispos no gozan de la libertad para publicar
las palabras de la Cabeza de la Iglesia, ya desfignradas
por los periódicos, no es Justo.
Si el Piamontc, favorecido en sus últimos d(\'jignios,