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oo

tado en medio de los

tiempos la numo fuert e

lle1

que es Omnipotente,

el

dogma. Lle

In.

iu:f[tli bili<1 ad

pontificia es ht piedra angul:tr que debe r eunir los

intereses divinos y humanos, hoy di spersos en·las

sociedades cristianas: porque, si Nuestro Señor

J esucristo ha sido designado con aquel atributo,

por cuanto h::t unido, en su persona adorable, ilos

dos pueblos, al J ud io y al Gentil, uniendo t:un–

bien la ley y la nat uraleza, por medio de Su gra–

cia; este dogma es, por semej anza, llamado á unir

de una manera estable las dos sociedades, r eligio–

sa y política, esto es, la sociedad sobrenatural y

la.

na.tural, prestando á la un::t la garantía de s·u

fé,

y ofreciendo

:1

la,

otrn. el fundamento sólido del

derecho, por la enseñan?::t ind efectible de una mo–

ral pura, de cuya fuente bro tan abúndosns corrien–

tes rl e principios jurídicos, que deben fecunda r el

ean1po de la políti cn humana.

Mas, así como Nuestro Señor J esucristo fu6 de–

sechado por los J ud ios y por los Gen tiles, porque

los unos se escandalizaron ele

nc

cruz

y

los otros

la reputaron locura

(1)

asi

tambi.en

los modemos

jndios,

est~

es, los r epresentantes de la soberbi a

humana, se escandaliza.n de este dogma, y los gen–

tiles contemporáneos, esto es,

los hombres sen–

suales, ríen desdeñosamente al contemplar la ma–

j estuosa actitud del Sumo Pontífice, el cual, ser e-

(1)......

Oh1·istum C'rucijixwn: J uclaeis quidem swndalmn,

gentibtts autem

sttdtitiun~.

Fl Epi::;t. de S. P ablo

á

lus Üoh·in–

tios, Cap.

l.

v. 23.