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-17-

mente

á

la Iglesia latina, no le ha arrebatado sus

mejores templos y una buena parte de su propie–

dad tan antigua en los santos Lugares? Y allí se

querría constituir el centro de la unidad católica,

arrancándolo de Roma? Oh! esta es una burla

cruel, que nuestro corazon puede perdonar, pero

que nuestra inteligencia rechaza con la dignidad

de la razon ultrajada ....

Ahora mismo, las grandes potencias de Euro–

pa están preoeupadas con el pensamiento de una

guerra Oriental, cuyas consecuencias nadie se

atreve á preveer;

y

hay libres pensadores que se

permiten decir

á

la

faz

de 200 millones de cató–

licos: llevad al Papa á Oriente, colocadle en Je–

rusalem!

Mas, desengáñense los que hasta aquí hayan

podido alucinarse, creyendo since.ros los pretes–

tos alegados para ejecutar la mas sacrílega é in–

justa de las usurpaciones. El movimiento, que

hoy produce estas violencias en Italia, no es un

movimiento organizador, que busca la fuerz·a en

la unidad, la libertad en la ley, y esta en la auto–

ridad constituida: es un movimiento revolucio–

nario, que busca la unidad como pretexto; que

consigue la unidad, empleando la fuerza y la vio–

lencia; que proclama la libertad desenfrenada, ó,

en otros términos , la licencia; que se cuida .poco

de la ley, pues no r espeta ni el pacto internacio–

nal; que sufre el yugo de la autoridad, mientras

que le es indispensable para organizarse y triun–

far; y que, cuando haya coronado su plan, se pre–

sentará á un mismo tiempo amenazador y terri–

ble· contra todo poder constituido , no solo en Ita–

lia,

sino tambien en otros Estados del Continen–

te europeo. Entónces se podrá comprender por

***