-5-
do, que no solamente da
á
unos el sacerdocio, sino que tambien
comunica
:í
otros la virtud y la fecundidad para multiplicar-
. lo" ( 6). Esto era lo qu@ diariamente pedían las I¡;lesias, porque
estas esan sus necesidades mas frecuentes
y
comunes, fuera rile los
casos pertenecientes al Supremo Atalaya, para la conservacion
del órden
y
de la salud en el cuerpo cristiano.
5. Mas no nos contentemos con em:nciar los hechos, ó las
graves é importantísimas funciones de los Obispos: subamos al
orígen
y
economía. de su gran poder; porque, segun
la
expresion
del citado escritor, debemos considerar en su principio el Episco–
pado, para conocer bien su naturaleza, virtud
y
majestad.
Ya hemos visto, que San Pedro llamó á Jesucristo Obispo
de las almas: San Pablo le daba el mismo nombre, cuando decía
á
los hebreos, que Cristo "no se arrogó la gloria de hacerse Pon–
tífü;:e, sino que se la dió su
Padre-appellatus
á
Deo Pontifex,
Pontífice santo, inocente, inmaculado; Pontífice de los bienes
fu.,
turos, por medio de un tabernáculo mas excelente
y
mas
perfec~
to.'' Este tabernáculo es, segun varios expositores, la Iglesia es–
tablecida por él, ó ese "tabernáculo verdadero, erijido por el Se–
ñor,
y
no por hombre alguno," como decia el mismo Apóstol (
7).
Pero, si la Iglesia es un edificio, todos los Apóstoles son su fun–
damento: si es el rebaño encerrado dentro de un
~prisoo,
todos los
Apó$toles son sus pastores: si es un campo, una viña, todos ellos
son operarios: si es una reunion de hombres expuestos
á
cometer
pecados, todos los Apóstoles
re~iben
la potestnd de perdonarlos
y
retenerlos, ó de atar
y
desatar las almas;
y
si antes tienen
nece~
sidad de ser instruidos en el Evangelio, todos los Apóstoles son
enviados
á
predicarlo,
y
á enseñar
y
bautizar á todas las jentes.
De
esta manera, la igualdad, la unida.d de conciert-o,
y
de interés
y
de oficio en
la
cultura del campo del Señor, donde todos traba–
jaban simultáneamente, servia para. acreditar
y
recomendar la
unidad de la Iglesia de Jesucristo, en expresion de San Cipria–
no;
y
de esta manera, digámoslo otra vez, se verificaba, segun la
sentencia del mismo ·Padre, que todos los Apóstoles eran iguales,
eran lo que Pedro; y ya fuese qne
á
todos juntos hablase J esu–
cristo, ó
á
todos en la p"ersona de Pedro, todos recibían igual ho-
nor, igual poder (8).
•
6. Los Apóstoles conocieron mejor que nadie el v:erdadero
sentido de las palabras de Jesucristo,
y
se dividieron para trabajar
• en diferentes partes do ese campo; pero sin perjuicio de hacerlo
tambien, cuantas veces fuese menester
ó
conveniente, en la parte
que algun otro habia cultivado, como constá de la historia. Si al–
guna vez dijo San Pablo, que él procuraba anunciar el Evangelio
~n
los lugares donde no lo babia sido anteriormente,
fué
por evi-