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sotros, que no es necesario someter su ·dictámen

á

un

Tribunal de sábios para fallar, que

esas causas comunes

en nuestra sociedad son las condiciones mas aparentes,

son los gérmenes mas positivos para crear el

objeto

de

la institucion del comunismo entre nosotros. Para esto

basta recordar las lecciones de la historia temporánea

sobre la irnplantacion de las sociedades comunistas en

otras naciones

y

consultar el buen sentirlo. Qué de–

duccion lógica tiene, pues, esta cláusula final

el

el "Eco

semanal" del ''Comercio?" "Qué venclría

á

hacer la

Internaeional entre nosotros? Sus se1nillas no fructifi–

carán en nuestro suelo, porque spn exóticas."

Sin embargo, convenimos con el editor clel "Eco de

la semana," que en la actnaliclad no sería fácil la ins ..

talaci"on de la Internacional en nuestra nacion perua–

na. Por n1as positiva que pare?:ca la existencia de esas

condiciones sociales indicadas, que pudieran preparar–

le el terreno,

y

por arnenazadora que sea la aglome–

racion de los eletnentos

á

que nos hemos referido, que

pudieran servirl-e de materiales para la construccion

de su aciago edificio, hay en el Perú grandes baluar–

tes que la ponen al abrigo de toda próxima tentativa

eomunista. La religion católica profesada po1· la gran

mayoría de la nacion y protegida por la Constitucion

política del Estarlo, los hábitos de moralidad y de ór"'

den de este pueblo cristiano y el carácter rnoderado

regido por el buen sentido de nuestra sociedad, son

otros tantos ejércitos invencibles que triunfarían en

cualqúier ataque que por de pronto nos presentasen

]as falanjes del comunismo.

Esto no quiere decir que el peligro deje de ser po–

sitivo

y

amenazador. La propaganda internacional es

acüva

y

audaz;

y

si ayer

1

a honradez de los n1as in–

fluyentes

~utesanos

de Lima hizo fracasar sus prime–

ras tfmta tivas; su pertinaz insistencia

y

los hechizos

de una prosperidad pintoresca falazmente protnetida,

puede alucinar mañana

á

otra parte mayor de esas

clases, trabajadora

y

proletaria, de nuestro suelo, que

gime constituida en el

seno de la miseria.

La subleva–

cion de los operarios aduaneros que, si

~ien

justa en

el fondo, se presenta por pritnera vez de un modo