OB
t.\.
01\ACIOM YOCH.
CAPlTULO XII.
EJERCICIO COTlOIANO •
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•
E11
todos Jos tiempos, lugares, y negocios, ha s <le levautar los
ojos, corazo11, leugua y 111anos al cielo: los ojos para co usitkrar
á
Dios presente;
~l
corazou para enderezar <1 él tu s deseos,
la
lengua
para pedirle ayuda, y las manos para obrar con Jiligencia lo que él
Le manJa; y esto con nlgunas oraciones, yn largas, ya breves, que
te muevan
á
devocion, y
te
traigan en la presencia J e Duestro Se–
ñor. Algunas ponJré yo, y Dios tc ensciiará las J emas.
EN DESPERTANDO.
Philipo, rey de i\Iacedonia, dccia todas las maiianas (cuando le
corri:rn la cortina) lc11cíntatc, rey ..,
y
acuérdate r¡ue eres homhre mor–
tal,
vive
lii cu, r1uc pres to morir ás . Di Lú lo mi smo, y siendo hora
de JcvantarLe, desecha Lo1la perez:1; y si juzgares que
110
has dor–
mido lo .que Le bas ta, ol"récelo
á
Dios , y sea ese el primer servi cio
q11e le haga s ,
y
la
pri111 cra rnortiGcacion en que te venza s, y no des
enLraJa
ü
pcu ·ami enLos i11úLil es , sino guarda la casa de
t11
corazou,
para que no se entre rn ella otro lrnéspeJ, sino Dios , el cual
Le
es–
tá
co11scrvamlo la vida y el ser que Le <lió, y como si lo acaLan.is
de recibir, cuando despiertas , dile:
ORAClO:N .
Dios mio,
y
Seiior mio, mi alma
t!'
dcseó esta no che, despier-
1 a l~1,
p;ira que te ·sirva,
y
al abe e11 Lodo ti empo,
y
mi lengua Le dé
·ip111prc
infinitas al abauzas , por todos los li cncGcios c¡u e nw ha s
l1 ec l10. Yo te saluJo coll cntraúalile afl.' cLo de mi co razou,
y
pítlo
á
tudas las criaturas del cielo, y ti c la ti erra, qn c en mi nombre
tc–
salUtlen,
y
aquellos millares Ll e millares tic soberanos espíritus
y
cel estiales cortesanos, que asisten eu tn presencia,
y
le gozan, rnc-