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TliATAOO RESTO

sabrosos bocados de vuestra santísima presenc¡'a,

á

mí, pobre pe–

cadora, y me haccis tan siugular favor, que cada hora, y cada mo–

mento reciba mi alma tal gusto, suavidad

y

regalo, que siempre

está endulzada de

V

os, mi dulce Jesus, esposo y Sefior mio, si

yo por amargura de mis pecados no me hago indigna de

V

os, dul·

cedumbre divina.

Lo que Jespues de la Comunion.,se sigue, es una grande alegria,

que la presencia de Cristo causa en el alma ; con la cual se dan gra–

cias

á

Dios por las mercedes recibidas, y se le suplica sean los efec–

tos de este sacrificio saludables y provechosos para sí, para los pre–

sentes, para los ausentes, y para todo el pueblo cristiauo.

Lo último de la misa significa el

fin de

la vida de nuestro Sal–

vador y su gloria, subida á los cielos, y la mision que hizo de sus

apóstoles, diciéndoles: id, y predicar ePEv:rngelio á toda criatura.

ta hcnd1cio11 que echa el sacerdote al pueblo, es la que Cristo

cch:1á sus apóstoles subiendo

los ciclos,

y

así la debemos recibir

con grande humildad y reverencia, hincados Je rodillas, como si Cristo

nuestro Seüot· la echára, rogando que nos bendiga el Padre, que

nos conserve el Hijo, que nos alumbre el Espíritu Santo. Amen.

Acabado el Evangelio último, se hinca de rodillas, y mientras

que el sacerdote se va del altar, dirá esta

ORACION.

Gracias te doy, Señot· Dios mio, porque has tenido por bien, que

yo me halle presente

á

estos divinos Misterios, y te suplico me con–

serves en tu santo temor, me des tu gracia, me · inllames en tu

amor, y por los merecimientos,

é

intercesion de la Vírgen lVIaría

nuestra Sefiora y de todos los santos, me des buena vida y buena

muerte, por tu santísima vida , y santísima muerte.

Si eres mujer casada, y tienes mariJo que servir, hijos que

criar, casa y familia que regir

y

gobernar, en oyendo una

misa,

vuélvete á tu casa, que si estás mucho en la iglesia, no puedes

cumplir bien con tus obligaciones.