NOVIEMBRE. DIA XXII.
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pero .
ya era
.tarde.,
Un-
accidente, un desmayo obliga
a
llamar á "tod« priesa . al confesor'
a
acudir·
a
los sacramen–
tos ·; pero entre estas prisas, entre este alboroto de la ca–
sa; entre esta confnsioil'
y
entre ·este tropel de cosas
lle–
ga
el juez : pídesele un poco de mas tiempo para preve–
nirse; mas quién ignora que esto ya debiera estar
hecho
quando el juez 1legase
~
Las puertas de la misericordia
se cierran- con · la vida : .llámase
a
J
~llas
, y solo se nos.
responcte : no os co
nozco, yano es tiempo : comenzó para
ti
la
des~enturada
eternicl.ad, y ese mortal dolor , esa ra•
bia , esa desespera
cion que y·a comenzó, jamas ha de tener
fin ,
durará para siempre jamas.
Ah, Señor!
qué
le aprovecha
al
hombre ganar todo
el
mundo, si pietdie su
alma
~
Y qué
cosa le podrá resar-
cfr
esta lamentable
pérdida~
.
Causa ádmiracion ver
a
hombres de buen juicio ocu–
parse dias, meses
y
años enteros en los negocios del mundo:
separarse para esto de todo lo que mas aman, y esto sin
te–
ner gusto , á.ntes causándolos el mayór tédio aquellos en–
fa.dosfsimos negocios; y salir despues de esta vida sin ha–
ber pensado jamas cosa alguna sériamente, ni
en
el fin
para
que
entráron en ella,
ni
en el término que despues
de ella han de tener. Mi
Dios,
qué
discretos
y
qué pru–
dentes fuéron los Santos en no haber pensado
en otra
cosa
toda su vida
!
No permitais , Señor, que las reflexiones
que acabo de hacer, sirva_n so1o para mi mayor ·condena-
cion
y
para mi eterna desdicha. .
' ·
·
·
JACULATORIAS.
Ne projícias me
a
fácie tua.
Salm. 50.
No me arrojes ; Señor , de tu presencia•
.
Quo ibo
a
splritu
.tuo
?
&
quo
d
f
ácie tua fúgiam
~
Salm. 138.
·
t
'~
Adónde iré, Señor , si no me quieres reconocer por hijo
tuyo
~
Adónde huiré si no me quieres sufrir
delante de ti?
PRO POS l TO S.
L-
A mas terrible desdicha del hombre en esta vida es
el pecado,
y
en la otra morir en pecado. Pérdida
.de
,
_
Z
2
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