NOVIEMBRE. DIA XIII.
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algunas veces le era preciso tomar el ayre para desaho–
garse
y
no caer en deliq.uio. Quanto mas se acercaba esta
vícti ma del divino amor
a
la consum1cion del sacrificio,
ménos parece que la perdonaba ·Dios.
Ex
plicábase en lá–
grimas la ternura de su amor: siempre tenia bañados los
ojo~
en ellas:
y
el cardenal Berl amino escribe en su libro
int itulado:
el
Gemido de la paloma.,
que las derramaba
a
torrentes quando COf!Iunicaba con el Señor. De esta íntima
union con su Dios nacia aquella gracia par ticular que tt!–
nia para tranquilizar las almas turbadas y afligida • Con–
fi'ábanle algunos sus trabajos interiores;
y
luego que E ta-
.nis lao hacia oracion por ellos, experimentaban restituirse
a
sus corazones la calma
y
la serenidad. Su zelo por los
intereses de la madre de Dios
fué
superior
a
todo su en–
carecimiento. Movido de su vehemente pasion
a
la gloria
de esta
so~e
ana Rey na, hizo estudio particular en los au–
t ores de aquellos pasages mas sublimes
y
mas propios
para formar un elevado concepto de su grandeza. Pero la
víctima se iba cada día consumiendo. Aún no contaba diez
meses de noviciado, quando tuvo un interior presentimien–
to de que estaba cercana su muerte. Explicóse en térmi–
nos bastantemente claros para que se conociese su dispo–
sicion; pero atendiendo
a
su corta edad
y a
su
s~lud
' no
se dió mucho crédito
a
lo que po5itivamente afirmaba so–
bre su cercano fin. Como E stanislao amaba
a
D ios con to–
do su corazon., no podia amar la vida que le separaba de
él ,
y
deseaba la muerte que le babia de unir para ·siem..
pre con su adorado dueño: por eso la estaba continua–
mente pidiendo ,
y
al cabo fué oida su oracion. Rindióle
a
la cama una calentura,
y
esta primera señal que quiso
el Señor dar
a
Estanislao de que habian sido oidos sus de–
seos,
le causó una alegría, que se comunicó dd cora.zon
al semblan te. Mantúvose la enfermedad por al gun tiem–
po en cierta especie de consistencia., sin agravarse ni dis–
minuirse; pero al fin, cayó en un desfallecimiento tal, que
ya se comenzó a temer fuese d masiadamente cierto lo que
babia dicho de su muerte. Volvió en sí del desmayo,
y
se
le admin :s trá ron
a
toda priesa los sacramentos. Recibió
E~tanisb o
el viático
y
la extrem uncion con tanto gozo,
que no lo pudo disi mular en medio de su extremada debi–
lidad, manifrstándole en la fogosa vivacidad de los ojos y
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del