NOVIEMBRE.
DIA XI.
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d~dicarse
enteramente al servicio de Jesu-Christo;
y
ha–
biendo oidn hablar de la virtud de San Hilario, obispo de
Poitiers.,
fué
en busca suya para aprender
en
la escuelá"
de tan grande maestro las máximas de
la
vida interior.
Hizo tantos progresos en
la
virtud, que San Hilario le
quiso ordenar de diácono; pero él se contentó con el gra–
do e
exorcista , siendo todo
lo
que por entónces se pudo
conseguir de
su
humildad. Dióle el Señor
a
entender ser
voluntad suya '
.que
hi~iese
un viage
él
su tierra
para
con-
1vertir
a
sus padres que todavía eran idólatras.
Al
pasar
.los Alpes cayó en .manos
~e.Jadrones:
uno de ellos levan–
tó el brazo para hendirle la cabeza; pero
o~ro
compañe–
ro le detuv.o: maniatáronle,
y
encargáron su custodia
él.
uno de
la
quadril
la: éste le preguntó quién era ?,y Martin
le
r~spon4ió
·:.
ro
s.oychrist.iano.
Replicóie el ladron:
Tie–
nes
miedo?.
Nunca
tuve
ménos
,·repuso el Santo
,p(jrque Dios
asiste en los peligros.
rQuedó aquel hombre tao pasmado
i
v'ista de aquella constancia
y
heróica magnanimidad , que
no solo dexó
la
profesion de ladron para vivir christiana–
mente, sin.o
que
~e
hizo religioso para dedicarse entera–
mente a .Uios,
y
de su mi-sma1voca se supo despues este su–
ceso. Llegó
a
Ungría.,
convirtió_a
su
madre
y a
otra.s
muchas persoaas ; pero
no
pudo reducir
a
su padre,
y ·
el
desventurado viejo murió en su ceguedad y obstinacion.
Allí
defendió la fe católica contra los ar.danos, que al ca–
bo le echáron de.L pais despues de haberlo azotado públi–
cam~nte.
Dirigióse
~ a
Mílan,
y
se·encerré en
un
monaste–
rio; pero la 1faccio11 de Jos arrianos tambien le arrojó
de
él.
Retiróse
a
una isla .del mar Tirreno, donde por mucho
t iempo se sustentó con las yérbas del campo.
En
una oca–
sion comió acónito sin conocerle ; pero sintiendo
el
efec–
to del veneno que le despedazaba las entrañas , hizo ora–
cion,
·Y
quedó libre. Vol vió
a
las Gáulas en busca de San
Hilario: edifk@ junto
a
Poitiers un monas terio ; y
v1v1en–
do en él santísimamente en compañía de algunos moo2'
s,
resucitó
a
un catecúmeno que había muer to sin recibir
el
bautismo, y vivió despues muchos años. Poco tiempo des–
pues resucitó otro criado de Lupiciano, señor principal,
que se habia ahorcado, suspendiendo Dios su juicio por
las oraciones de nuestro Santo .,
y
haciendo uno de aque–
llos extraordinarios prodigios de su misericordia que nos
de-