444
..
AÑO .CHRISTIANO.
tísima Virgen en
la
Iglesia
de San
Estevan.
.
No
podia sufrir el enemigo comuu
tant-t
inncen–
ci.a' y tanto fervor en
un
joven de
.tan tierna edad'
y
le acometió con una t entacion ,' que era
la ma.,
capáz
de trastornarle. Sugirióle con la mayor viveza , que ·en va-
- no
se fatigaba , puesto que era del número de los precí–
tos , y que asi, hiciese lo que hiciese, infaliblemente se con–
denaría.
El
horror
dd
Infierno , .el considerarse en el in–
felíz estado de los réprobos , el espanto,
y
la turbacton .
que esto le camó ,
le
llenó de· una melancolía tan pro-
. funda '
que poco
a
poco
le iba consumiendo ; hasta
que
fixando un - dia los ojos en un retrato de la San–
tísima Virgen ,
la djxo con extraordinario fervor ,
y
ternura ; Señora, si es tanta mi desdicha, que he de ser
condenado , y ·
he
de estar en la
~esgracia
de mi Dios
despues
dé
mi muerte·;
a
lo menos quiero tent::r
el
con–
suelo de am·arle con todo mi corazon por
todo~
los días
de mi
vida. E sta
oracion tan devota ,
y
tan agena de los
sentimientos que sueJe tener una alma réproba, disipó
las
nubes, confundió al demonio ,
y
restituyó la tranquili
4
d.a.d
a
su corazon.
Habiendo acabado_sus estu4ios en París , pasó
de
orden de sus padres
a
la Ciudad
de
Padua
a
estudiar
en aquella célebre Universidad la Jurisprudencia, deba–
xo el magisterio del famoso Pancyróla. Escogió luego por
Director de su conciencia al Padre Posevino; y conociendo
este insigne J esuita en aquel joven un corazon segun el
eorazon de
Dios, se
aplicó c-0n el mayor empeño
a
pro–
porcionarle, disponerle, y habilitarle, para las grandes
empresas
a
que concibió tenia Dios destinada aquella alma
verdaderamente grande.
-
Envidiosos
los demás condisdpulos ,
ó
contem
po–
r aneos suyos de la itmiversal
estimacion que se babia
adquirido Francisco por su
singular virtud , armaron
a
su pureza un terrible lazo. Con cierto honrado pre:–
tex:to que fingieron. , le llevaron
a
casa de una dama cor–
tesana' que
a
los principios ·se fingió
muy
virtuosa'
y
muy
devota , y
le
dexaroci solo con ella. Lidió algun tiempo
contra
sus
ar tificios,
y
contra su desenvoltura; y fue tan
violen o el combate, que al
fin
no tuvo otro medio para
salir
del
peligro,
que tirarla
a
la
cara un tizon
que en-
con-