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'

434

·- AÑO

c'HRISTIANO.

&

invénit' gr&tiam coram ócu-

los ojos del Sefior. Engrandecióle

·

lis D ómini. Magnificdvit eum

en presenda de los Reyes,

y

le

in conspéf1u regum;

8

dedit ,

d

la corona de gloria. .Hizo con

it!i cor8nam glórice. St átuit itti

él una alianza eterna,

y

le

dió

testamént um cetérnum ,

éi3

dedit

el sumo Sacerdocio : y le coI–

itti

sacerdótium magnurn

,

8

·

de ,gloria , para que

e~er­

beatificdvit iltum in glória. Fun-

'

ciese el Sacerdocio ,

y

fuese

aI~;gi sacerdótio

,

éi3

habére Jau-

badd su nombre , y le ofreciese

dem in nómine ipsius:

8

offér-

incienso, digno de

él,

en olor

re illi incénsum dignum, in

de suavidad.

odorem suavitdt is.

j

REFLEXIONES.

HE

aqui un Sacerdote grande

,

que mientras vivid fue

agradable d su Dios.

De nada sirve , segun el ·len–

guage de las santas E scrituras el agradar

a

los hombres.

Solo se cuen ta en el número de los buenos .el que procu–

ra agradar

a

Dios. Si yo pensase en complacer

a

los hom–

bres , decía el

A

póstof, no seria siervo ·de

J

esu-Christo.

El

mismo Salvador dice expresamente .

a

sus Discípulos.,

que ·-no pueden agradar al mundo, porque no ·son del

mundo ; que si lo fueran , el mundo los estimada.

Y

si

este Divino- Oráculo debe verificarse,_respecto

d~

qual–

quiera

fiel

imitador de Jesu-Christo, mucho mas se debe

comprobar en

sus

Ministros. La coi;ic;lucta,

,d~

estos

q~be

ser una continua censura de las máx1m?s

4el

m.nndo! De–

ben reprehender , arguir , corregir y

enmendar to–

do género

de

delitos

a

todas horas, . en todas . ocasiones;

y esto es imposible que pueda grangearse la estimacion del

m ismo mundo. La mayor prueba de la. virtud de un Sa–

cerdo te , es

t;l

no hacer caso de los aplausos y elogios

de los mundanos ; antes bien qebe despreciarlos

y

huir

de ellos , como que son la polilla que roe las buenas

obras.

Los

mi~mos

medios por donde

se

busca muchas vé–

ces La estimacion del muncj.Q, .son los .que mas desacre–

ditan

a

los Sacerdotes. Aun el seglar ).llaS relajado en–

tiende bastante de virtud

y

de moral para censurar en

su

interior la conducta de un Eclesiástico. Qualquiera ,sabe

que todo el que pretende un beneficio

ó

una dignidad

Eclesiástica, se hace indjgno de ella por el

·rrtHttro'

1

he–

cho

de pretenderla. Y

baxo este

principio,

qué juicio

de-