ENERO. DIA XIX.
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do ,
6 puede
ser ocasion de pecar ,
por
mas gusto ,
y
complacencia, que se tenga en ello; espectáculos profa–
· Il.O~· ,
.objet0s provocativos, lugares sospechosos, leccion
de libros .emponzoñados, &c. Hay otras mortificaciones
que son
de
consejo , pero·. sin las quales no se pueden
guardar las.
de
precepto. Estas son indispensables , aque–
llas son necesarias. Pocos hay que no se condenen por
falta
de
monificacion. Otras mortificaciones hay desco–
nocidas'
a
·la verdad'
a
las almas imperfectas
y
tibias;
pero de las quales hacen
gran
caudal las que son verda–
deramente espirituales.
Un
dicho agudo, que viene
a
pro–
pósito,
y
se éal1a; un gusto l igero, de que uno se priva;
una gana de mirar; ' que se morrjfica ;
una
curiosidad,
que se vence ;
una
postura incómoda , que se mantiene;
todo ·esto ofrece mil ocasiones de mortificarnos,
y
pue–
de servir de materia
a
.inumerables sacrificios , peque–
ños
al
parecer; pero de
gran
mérito ea la realidad. Quien
· ama
a
Dios, en
todo
tiempo,
y
en todo lugar en–
cuentra cien ocasiones de darle pruebas de su amor.
Las mortificaciones · pequeñas no siempre son las menos
..meritorias; y se puede en cierta manera decir
que
se en–
cierra en ellas el arte de hacerse Santo.
San Fabiq¡¡,,
y
San·S ebastian,. lliártyres.
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AN Sebastian, .
a
quien se dió el renombre de Defen-
sor de la
lglesia,
por las
maravillas
que· obr.ó
en de–
fensa de
la
Fé, nació de padres originarios de Milán,
aunque establecidos
en
Narbona , Ciudad
.del
Lenguadoc.
Criaronie 'con ·
gran
cuidado en la Rdigion Christiana.
y
en
la
piedad.
Su
dulzura, su prudencia,
su
apacible
ge–
nio.
su generosidad, y otras cién bellas prendas
que
le
adornaban., como dice San Ambrosio , le dieron presto
a
conocer
en la
Corte de los Emperado res. Hízose
mu–
cho lugar en
ella,
y
en poco tiempo fue uno de los
fa–
vorecidos del Empe-rcklor
Diücledan0,
que. le nombr6
Q4
por