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ENERO. DIA XIX.

~47

do ,

6 puede

ser ocasion de pecar ,

por

mas gusto ,

y

complacencia, que se tenga en ello; espectáculos profa–

· Il.O~· ,

.objet0s provocativos, lugares sospechosos, leccion

de libros .emponzoñados, &c. Hay otras mortificaciones

que son

de

consejo , pero·. sin las quales no se pueden

guardar las.

de

precepto. Estas son indispensables , aque–

llas son necesarias. Pocos hay que no se condenen por

falta

de

monificacion. Otras mortificaciones hay desco–

nocidas'

a

·la verdad'

a

las almas imperfectas

y

tibias;

pero de las quales hacen

gran

caudal las que son verda–

deramente espirituales.

Un

dicho agudo, que viene

a

pro–

pósito,

y

se éal1a; un gusto l igero, de que uno se priva;

una gana de mirar; ' que se morrjfica ;

una

curiosidad,

que se vence ;

una

postura incómoda , que se mantiene;

todo ·esto ofrece mil ocasiones de mortificarnos,

y

pue–

de servir de materia

a

.inumerables sacrificios , peque–

ños

al

parecer; pero de

gran

mérito ea la realidad. Quien

· ama

a

Dios, en

todo

tiempo,

y

en todo lugar en–

cuentra cien ocasiones de darle pruebas de su amor.

Las mortificaciones · pequeñas no siempre son las menos

..meritorias; y se puede en cierta manera decir

que

se en–

cierra en ellas el arte de hacerse Santo.

San Fabiq¡¡,,

y

San·S ebastian,. lliártyres.

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1

.

AN Sebastian, .

a

quien se dió el renombre de Defen-

sor de la

lglesia,

por las

maravillas

que· obr.ó

en de–

fensa de

la

Fé, nació de padres originarios de Milán,

aunque establecidos

en

Narbona , Ciudad

.del

Lenguadoc.

Criaronie 'con ·

gran

cuidado en la Rdigion Christiana.

y

en

la

piedad.

Su

dulzura, su prudencia,

su

apacible

ge–

nio.

su generosidad, y otras cién bellas prendas

que

le

adornaban., como dice San Ambrosio , le dieron presto

a

conocer

en la

Corte de los Emperado res. Hízose

mu–

cho lugar en

ella,

y

en poco tiempo fue uno de los

fa–

vorecidos del Empe-rcklor

Diücledan0,

que. le nombr6

Q4

por