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0.
fe
d dit illi
ut vinceret
,
8
.rciret quóniam óm nium potén –
tior
e.rtsapiéntia. H <Rc v én–
dit um jurtum non dereliquit,
sed dpeccatoribu .r
liberáv it
e.um:
descénditque
cum iJ/o
in f óveam ,
8 .
in
'l'in,~u~~s
non
dereliquit
illum, donec
ajfér–
ret
i tli
sceptrum regni,
8
po–
téntiam
advér
sus eos,
qui
eum
deprimébant:
8
mendáces os–
t éndJt , qui maculauerunt illum,
8
dedit
iJ!~
dlritdtem tetér–
nanr,
Dómi nus Deusno.rter.
e v....t1
ªdo r,
y
conociese
que
.la
sab iduría es
ma
pod rosa
que
to–
do. E sta no desampa ró al jus–
to , quando
fué
vendido; sino
l
li bró de los pecadores ,
y
bax6
con
él
a
la cisterna ;
y
no le des–
;;tmparó en la prision, hasta que
le puso en lé! s manos el Cerro
Real,
y
le dió poder sobre los que
le oprimian: convenció de men–
tirosos
a
los que le deshonraron,
y
le dió una gloria eterna el Se–
ñor nuestro Dios.
NOTA.
,, Intitúlase el Libro de la sabiduria este Libro de don–
,, de se sacó la Epistola de la Misa. Compúsole Salomon.,
,, y
contiene preceptos
muy
morales,
y
máximas muy sau–
"tas. Por eso le llama San Agustín el
Libro de la-Sabidu–
"
ria Christiana.
Desde el capítulo
10
hasta el'fin muestra
,,el Autor el maravilloso modo
con
que la divina Sabidu–
" ria conduxo
a'
los Santos Patriarcas desde
Adán
hasta
,., Moysés. Todo quanto en él
se)ee
hace admirar la
pro–
" videncia del ,Señor.
R 'E F L E X I O N E S.
-cAminase con seguridad quañQo el Señor es quien nos
>-/
guia.
De
nosotros pende únicamente el lograr
a
este
Divino Conductor. Sea puro nuestro corazon , sean rec–
tas nuestras intenciones,
y
tambien lo serán nuestros ca–
minos. · Si no segu jmos al Señor ,
y
si solamente nos bus–
camos
a
no. otros mismos; qué r.naravilla es que andemos
descaminados
?
.
La ciencia de los Santos es una ciencia práctica.
EJ
menester saber lo que es Qlenester obrar ;
y
es menester
obrar lo que
se
sabe que es menester. Saber la Ley de
Dios
con una ciencia seca, estéril,
y
puramente especulativa,
es saberla como
la
saben los demonios ,
y
ese género de
ciencia no es la ciencia de los Santos.
Los trabajos que padecen las almas santas, siempre
las llenan de honor;
y
no es éste el único fruto que sacan
de
sus
trabajos. Ninguno hay que no rinda ciento por
uno;