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3ro

·.

EXE-RCICIO·S

Diciembre. los males que tendrán que sufrir los hombres , halla

María

el

principio de todas las bendiciones, de que

será colmada. En este primer momento, en que todos

los hombres están sepultados en una espantosa obscu–

ridad, María sola comparece con un resplandor , que

deslumbra á los mismos Angeles. En este primer ins–

tante de la vida, en que todos los hombres, sin distin..

~ion,

comienzan á padecer tan pronto como

á

vivir;

se encuentra María colmada de tan dulces delicias,

que son el pasmo

y

la admiracion de las Celestiales

Inteligencias:

iQuce

est ista,

quce

ascéndit de desérto

_

delíeiis

áffluens~

No debe admirarnos el que un ma–

nantial tan puro haya conservado toda su pureza lo

restante de su curso. María creció en amor de Dios, en

fervor, en todo género de virtudes todos los momen–

tos de su vida; y si el primero fue tan santo, iquáles

serian los otros, pues en cada momento dobló el fondo

de méritos que había en

ella~

Pero lo que todavía ·es

mas admirable y de mayor instruccion para nosotros

es, que esenta de toda flaqueza,

y

confirmada en gracia

desde su Concepcion, no dexó de huir del mundo,

y

de

la

corrupcion del mundo. Aunque concebida con todos

los privilegios de la ii:iocencia, no dexó de vivir en

el

retíro, en la austeridad

y

en medio de todos los rigo–

res de la penitencia. Aunque llena del Espíritu Santo

desde el primer instante de su origen, no cesó de tra–

bajar;

y

sin poner jamás límites

á

su santidad , fue

· siempre creciendo en virtudes y en merecimientos.

A

dmirémos

y

reverenciémos sin cesar la excelencia

y

el

mérito de esta felíz criatura; pero acordémonos que

el único medio de honrarla bien

y

de agradarla, es

imi~ar

su pureza, su humildad,

y

sus demás virtudes.

PUN-