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EXE-RCICIO·S
Diciembre. los males que tendrán que sufrir los hombres , halla
María
el
principio de todas las bendiciones, de que
será colmada. En este primer momento, en que todos
los hombres están sepultados en una espantosa obscu–
ridad, María sola comparece con un resplandor , que
deslumbra á los mismos Angeles. En este primer ins–
tante de la vida, en que todos los hombres, sin distin..
~ion,
comienzan á padecer tan pronto como
á
vivir;
se encuentra María colmada de tan dulces delicias,
que son el pasmo
y
la admiracion de las Celestiales
Inteligencias:
iQuce
est ista,
quce
ascéndit de desérto
_
delíeiis
áffluens~
No debe admirarnos el que un ma–
nantial tan puro haya conservado toda su pureza lo
restante de su curso. María creció en amor de Dios, en
fervor, en todo género de virtudes todos los momen–
tos de su vida; y si el primero fue tan santo, iquáles
serian los otros, pues en cada momento dobló el fondo
de méritos que había en
ella~
Pero lo que todavía ·es
mas admirable y de mayor instruccion para nosotros
es, que esenta de toda flaqueza,
y
confirmada en gracia
desde su Concepcion, no dexó de huir del mundo,
y
de
la
corrupcion del mundo. Aunque concebida con todos
los privilegios de la ii:iocencia, no dexó de vivir en
el
retíro, en la austeridad
y
en medio de todos los rigo–
res de la penitencia. Aunque llena del Espíritu Santo
desde el primer instante de su origen, no cesó de tra–
bajar;
y
sin poner jamás límites
á
su santidad , fue
· siempre creciendo en virtudes y en merecimientos.
A
dmirémos
y
reverenciémos sin cesar la excelencia
y
el
mérito de esta felíz criatura; pero acordémonos que
el único medio de honrarla bien
y
de agradarla, es
imi~ar
su pureza, su humildad,
y
sus demás virtudes.
PUN-