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VIDA
DE LA
ha ta los
~geles
saltan de gozo siempre que se pronun–
cia:
Dedit tibi, Maria tota Trinitas nomen &c.
No po–
día tener la Madre de Dios, dice San Bernardo, nom–
bre que la conviniera mas bien que el de Maria , ni
que mas bien significára su excelencia
y
sus grande–
zas. Maria , continúa el Santo ,
es
aquella hermosa
y
brillante e trella , elevada sobre este vasto
y
espacio–
so
.
mar del mundo; ella guia
a
los . que están embar–
cados sobre este tempestuoso mar : perder de vista
a
esta e trella, es exponerse
a
un evidente peligro de ex–
traviar e , de dár bien presto contra los escollos ,
y
padecer un triste naufragio :
Ne
avertas oculos
a
ful-.
gore
huius sideris,
si
non vis obrui procellis.
Las
tem–
pe tades son frequentes n e te vasto m r , ( habla siem–
pre el mismo Padre)
a
cada paso e encu ntran escollo ;
ningun puerto , ninguna
ensenada , en donde no so–
plen con furia los vientos , donde no se encrespen las
·olas
i
pero
quieres evitar el naufragio
~
Mira siem–
·pre
a
esta e trella ,
respice stellam
;
llama
a
Maria
que te socorra ;
invoca sin cesar el santo nombre de
Maria :
voca Mariam,
z.Ers
c6mo el blanco de
las
desdichas
y
calamidade
; te halla
afligido , porque
todo
re
sucede adver amente
; e tás
abrumado
por
las ma
amargas contradicciones , dice el Grande
Al–
berto
~
(a)
Invoca el santo nombre
de Ma ria. El
nom..
bre de Maria , decia
San
Antonio
de Padua ,
e un mo–
tivo
de
gozo
y
de confianza para todo
lo
que
lo
pronuncian
C0!1
devo ion
y
con
r
speto ; es mas dul–
ce
a
la
boca que
la
mi el ; mas agrad bl
al
oído que
un cantico lleno de melodía ; mas delicio o al cora–
zon , que
el gózo mas dulce :
Nomen Virginis Marice,
meJ
{.a)
In cap.
I.
L uc.