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.DEVOTOS.
bres no hahian de tener sino indiferencia para con
DEL
CoRP•
. este
D~os,
no se habian de dignar hacerle
la
coree,
habian de pasar hasta olvidarle, hasta maltratarle;
no habian en fin de tener sino disgusto , tédio, '
náusea de un Dios hecho nuestro alimento? Con–
fesémos para nuestra confusion ' que esta indife–
rencia , este disgusto en· los Christianos es ta[_! in–
comprehensible como el misterio mismo de la Eu–
caristía. De un hecho tan poco verosímil , y no
obstante tan verdadero, no se puede dar otra ra–
zon sino decir que estamos faltos de fe; y que la
fe
de este
m~sterio
está casi apagada en la mayor
parte de los Fieles. ¿Pero se comprehenden las con–
seqüencias de esta verdad? No creer la presencia
·.real de Jesu-Christo en el Santísimo Sacramento,
es
ser herege; creerla y tener para con J esu-Chrisfo
e.n este divino Sacramento la indiferencia, el dis–
gus.co, el poco respeto, el desvío que se tiene, es
impiedad , es irreligion. No hay temperamento,
no hay medio entre estas dos
verdades~
Creer que
J esu- Christo está realmente presente sobre nuestros
altares, y no pensar· en él, ni dignarse visitarle ; no
tener ·ansia ni hambre por u¡i alimento tan exquisi–
to,
por ~ este
pan vivo que· es la fuente de la vida
eterna ; ¿no es. esto una irreligion? Da poco golpe
este desórden, porque 'se ,ha hecho comun; ¿pero
es por eso menos criminal? Y esta irreligion de
qu~
ya
casi nadie se avergüenza, ¿es menos la.causa de
todos los azotes que el enojo de Dios justamente
irritado descarga sobre todo su pueblo
?
Que los
paganos hayan profanado nuestros Templos,
y
me–
nospreciado los mas sagrados misterios; los
ulcrages
Gg3
he-