EXERCICIOS
LA
Fr~TA
lébre qualquiera otra fiesta en Viernes,
en
Sábado,
ó
en Domingo , siempre se ofrece el mismo Sacrifi–
cio, siempre
s~
inmóla la misma sagrada víél:ima,
y
siempre el divino Sacrificio es quien hace la prin–
cipal solemnidad del dia:
Siveféria
sexta~
sive Sáh–
hato
,
sive DomÍnica die, sive in celebritáte Márty–
t'Um,
eádem litátur hóstiá, idem sacrifícium
con–
s1tmmátur.
Una virtus, una dígnitas,
túia
grátia,
unum
&
idem Corpus.
A
la.verdad,
las
grandes fies–
tas, añade este Padre , se d}stinguen por la magnifi–
cencia
y
riqueza de los adornos que se ponen en
nuestras Iglesias,
y
por el concurso extraordinario de
pueblo que se juma gozoso en ellas en semejantes
dias; pero en substancia lo que hace toda la cele–
bridad , la dignidad y el regocijo , es el divino Sa–
crificio que se ofrece:
Nihil novitátis hispícitis
prte...
ter
saci~tária
ista vetámina,
&
multiiúdinem sólito
/(Etiorem.
Jam vero quod ad Sacraménwm áttinet,
riihit ámplius habent
,
nullam
dignitátem,
rmllwn
privilégium.
El Santísimo Sacramento del Altar es
aquel tesoro que en la primitiva Iglesia se llamaba el
soberano Bien de la vida presente:
Bonum
peiféc–
tum
;
en la que encontramos
nosotro~
todos los bie–
nes ;
y
así como la posesion del 'sumo Bien
es lo que
hace una fiesta eterna en el Cielo , así la posesion
de
la adorable EucaristÍa hace tambien
en
la tierra
una fiesta contínua de todos los dias.
Haced esto en memoria de mí,
dixo Jesu-Chris–
to.
Este Sacramento no solo debe traernos
á
la me–
moria la muerte del Salvador ; debe tambien ha–
cernos acordar de todos los otros misterios de su
vida. Con esta
intendon
la Iglesia despues de
estas·
pa-