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DEVOTO S.
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dor aquella bienaventurada multitud fuera de
1a
LA
AsCEN–
Ciudad
á
la parte de Betánia,
y
los hizo sueir al
SION.
monte Olivete, distante de Jerusalén cerca de dos
mil
pasos. Llegados
á
la cumbre del monte , levan-
tó Jesus los ojos
y
las manos al Cielo,
y
baxándolos
despues ácia sus queridos Discípulos, que estaban
juntos todos al rededór de sí, les echó la .hendi-
cion;
y
á este tiempo, mientras que sus corazones
estaban inflamados de un nuevo fuego divino,
y
en-
ternecidos todos hasta derramar lágrimas, puestos
sus ojos amorosamente en
él,
le vieron todos elevar-
se poco
á
poco ácia el Cielo. Entonces, aumentán-
dose sus votos, su ternura, sus ·transportes de amor
y
sus lágrimas , le adoraron con
el
mas profundo
respeto ,
y
le siguieron con los ojos , sin cansarse
de
mirarle; hasta que le perdieron de vista, robándo-
seJe
á
sus ojos una nube resplandeciente, que Je en-
volvió
y
ocultó. Esta n\}be era como un velo bas-
tantemente transparente, para no quitarsele de una
vez
de delante ;
y
con todo eso , bastante- espesa,
para impedir que el demasiado resplandor de su
cuerpo glorioso no les deslumbráse. Veíanle subir
poco
á
p
oco , hasta que en
fin
condensada
1a
nube
y
puesta
ba.xode sus pies , le ocultó enteramente
y
le per
dieronde vista. Aunque ya no le veían,
sin embargo seguían siempre de -vista
á
la nube so..
hre que iba ,
y
que
le servía de carro triunfal.
Hu-
bieran permanecido largo tiempo arrebatados
de·
admiracion
y
como extáticos,
si
dos Angeles ves-
tidos
de
blanco , semejantes
á
los que se habí an
de~
xado ver en forma humana
junto al
sepulcro al
tiempo
de su Resureccion , no les
hubiesen
hecho
vol-