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veniente
darles una
inas dara explicadon
de
una cosa
que todavia no eran capaces de penetrar. Interrum–
pióles, pues , el
discurso
,
diciendoles:
Bastantes son.
Tiempo vendrá en que comprehendereis,que
la
nni–
éas annas de <:fJe debeis serviros en
las
persecuciones,
son la mansedumbre, la confianza en mí,
y
la
paciencia.
· · PespLJes de todas las humillaciones a que se en–
tregó voluntariamente el Salvador, no debe admi–
rarnos el que qiJisiese ser consolado, por decirlo
asi,
y
confo1:ta<lo por un Angel.
~iso
con este exem–
plo
ens~ñar
a
todos
los Fieles
a
vencer sus repug-,
nancias ,
ya
esperar de
Dios el
consuelo- en la
tri-
-
bulacion. No ignora
el
Señor nuestras penas; de–
sea con ansia ali viarnoslas : nuestros Angeles de guar–
da hacen invisiblemente con nosotr
os, elmismo ofi–
cio que hizo visiblemente el Angel q.ue vino
a
con–
solar al Salvador
eFl
su tristeza morral
yen su agonía.
~1eriendo
el Sa-lvador hacernos comprehender la
amargura
y
el exceso de dolores en que espiraba, ex–
clamó un mon1ento antes de da:r
el
ultimo aliento:
Dios, mio,
~por
qué me has desamparado? Esta que–
xa.. oo
es
, ni efeéto de la desconfianza ,
ni
una recon–
vencion que el Salvador haga a su Padre,
ni
una que–
xa de injusticia de su castigo : sería una bla
fc
mia
decir qtie el Salvador se quexó
a
su Padre, por haber
tratado tan cruelmente al que era la misnra inocencia.
Nada padeció Jesu-Chrisro,que no lo padeciese volun·
tariamente. Había cargado libremente sobre sí nues–
tros pecados ,
y
quiso padecer libremente toda
la
pe–
Ra
que les era debida:
Qui proposito sibi gaudio, sus–
tAnuit crucem.
Fue eleccion suya el preferir lama do- ·
lorosa
e
ignominiosa
muene,a
una vida acomodada,y
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